El Evangelio
según San Lucas
Parte 2. La Anunciación
Videos por el Fr Claudio Doglio
Voz original en italiano, con subtítulos en Inglés, Español, Portugués & Cantonés
Videos subtitulados y doblados en los mismos idiomas también disponibles.
2. La Anunciación
El evangelista Lucas introdujo antes de la historia real del ministerio público de Jesús, una narración larga relacionada con la infancia del protagonista. Los dos primeros capítulos del evangelio según Lucas están dedicados a los eventos que preceden a la manifestación pública de Jesús. En el capítulo tres, de hecho, el evangelista como buen historiador y helenista enmarca el evento en el tiempo y en el espacio: “El año quince del reinado del emperador Tiberio…”, etcétera, con referencia a todos los líderes del momento la Palabra de Dios se dirigió a Juan, en el desierto.
Está dando, por tanto, el momento de la manifestación de Jesús en Israel. Pero, ¿qué había pasado antes a aquel hombre? ¿De dónde procedía? ¿Quién era? ¿En qué familia nació? ¿Cómo hace Lucas para tener la información que reproduce? No estuvo presente en esos eventos, pero tampoco los apóstoles estuvieron presentes. Tampoco los discípulos de Jesús, como Mateo y Juan habían conocido al Maestro de adulto. No estuvieron presentes en su familia en el momento del nacimiento.
Por tanto, necesariamente, estas noticias provienen del testimonio de otras personas. Conocen estos hechos personas vinculadas al entorno familiar de Jesús, sus parientes, las personas de su clan familiar. La tradición antigua ha dicho a menudo que fue la propia madre de Jesús quien le contó al evangelista algunos hechos importantes. Es posible, aunque no es documentable. Sabemos que Lucas permaneció en Jerusalén durante dos años, del 58 al 60. La antigua tradición cristiana dice que María, madre de Jesús, permaneció en Jerusalén hasta el momento de su dormición. ¿Cuándo sucedió eso? No lo dice ninguna fuente. No sabemos si en esos años, cuando Lucas estaba en Jerusalén, María todavía estaba viva. Si todavía estaba viva, seguro que Lucas la conoció; y conversaron y pudo decirle algo.
Otro elemento interesante de la tradición hace de Lucas un pintor; y a menudo hay iconos antiguos atribuidos al evangelista Lucas. La patrona de Bolonia, por ejemplo, es la ‘Virgen de San Lucas’, pero también la “Salus Populi Romani” – un icono del cual se puede ver la reproducción aquí a mi derecha, se atribuye al pintor Lucas. Es un icono antiguo, conservado en Roma en la basílica de Santa María Mayor. Es poco probable que el autor real de la pintura sea Lucas.
La tradición eclesiástica ha intentado decir que el evangelista hizo un hermoso retrato de María porque en los evangelios de la infancia la protagonista de Lucas es sobre todo María, la madre de Jesús. El retrato que Lucas hizo de ella es un retrato literario, no una pintura como pintor, pero la tradición también ha añadido este detalle y a menudo iconos representando a Lucas mientras, en el caballete con pincel en mano, está pintando un icono de la madre de Dios.
Por lo tanto, es probable que Lucas durante ese período de estadía en Jerusalén se haya encontrado con testigos presenciales y encontrado documentos escritos relacionados con el momento inicial de la vida de Jesús. También conoció a los parientes de Juan el Bautista, de alguna manera relacionados con Jesús. Debe haber habido una narración sobre los orígenes del Bautista porque Lucas narra la anunciación del Bautista, su nacimiento y combina los eventos de Juan con los de Jesús. Quizás el texto que encontró en Jerusalén en el ambiente judeo-cristiano, estaba relacionado con el Bautista.
Un texto escrito en un típico griego elemental y gramatical, típico de un autor que habla hebreo y que ha aprendido griego, pero lo usa con fórmulas muy simples. En nuestros idiomas esto se nota mucho menos, pero al poder leer el texto original, salta a la vista una gran diferencia entre los primeros cuatro versículos de la obra y la narración que comienza en el versículo cinco. Los primeros cuatro versículos son obra directa de Lucas. En vez, del versículo cinco en adelante, el autor cita una fuente; reproduce un texto que no escribió él, sino que ya lo encontró escrito.
Muchos dicen que Lucas siendo griego escribió en un hermoso griego el evangelio. No es verdad. El griego de Lucas es a menudo mediocre, si no pobre. Pero no es culpa de Lucas; la responsabilidad es de sus fuentes. El griego de Mateo es mucho mejor, sin embargo, sabemos que Mateo escribió para un entorno hebreo y luego uno tiene la impresión de que usó un idioma griego menos elegante. Es lo opuesto; precisamente porque Mateo escribe en un ambiente de la tradición hebrea, no tiene la preocupación de preservar documentos antiguos y con capacidad literaria adopta una hermosa lengua griega corriente.
Lucas, en vez, como viene de afuera, y ha conocido la predicación apostólica a través de testimonios y documentos antiguos, tiene veneración por estos textos y, por tanto, no se permite corregirlos, de tocarlos, los menciona como reliquias; y nos encontramos frente a textos escritos en un lenguaje sencillo con una mentalidad propia del ambiente de los ‘hasidim’, los fieles devotos, santos, los pobres del Señor que tienen una espiritualidad muy profunda y madura y esperan la revelación de Dios, la manifestación del Mesías.
Inmediatamente después del prólogo, de hecho, Lucas narra el anuncio del nacimiento de Juan Bautista. La escena está ambientada en el templo de Jerusalén: “En tiempo de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote llamado Zacarías, del grupo de Abías; su mujer era descendiente de Aarón y se llamaba Isabel. Los dos eran rectos a los ojos de Dios y vivían irreprochablemente de acuerdo con los mandatos y preceptos del Señor. No tenían hijos, porque Isabel era estéril y los dos eran de edad avanzada”. Noten cómo el lenguaje es simple, la sintaxis elemental, todas las frases cortas. En el original incluso faltan los verbos; no se encuentra el verbo ‘ser’. La construcción es elemental; se nos presentó un cuadro familiar.
Dos justos del Antiguo Testamento, dos personas mayores buenas, pero sin hijos. Y esta ausencia de hijos es un drama. Conocemos en la tradición bíblica muchas experiencias similares porque el hijo es la bendición de Dios. Si falta el hijo parece que falta la bendición de Dios; y este anciano sacerdote Zacarías vive, sin duda, el dolor por la falta de descendencia. La realidad sacerdotal se transmitía de padre a hijo y por eso Zacarías sintió la falta del heredero a quien entregar el propio ministerio sacerdotal. Se dice que era de la clase de Abías, una de las 24 clases de sacerdotes; y cada clase hacía el servicio en el templo durante una semana, cada seis meses, por tanto, quince días al año. Los sacerdotes eran muy numerosos, algunos miles, y cada clase garantizaba el servicio diario durante una semana. La ofrenda de incienso era una tarea particular que se realizaba por un solo sacerdote cuyo nombre era sacado diariamente por sorteo.
Ahora, justo cuando se estaba teniendo este rito vespertino de la ofrenda de incienso, y ese día por casualidad le toca a Zacarías entrar al templo del Señor, sucede algo extraordinario. Hay una revelación divina. La narración menciona algunos textos apocalípticos relacionados con el libro de Daniel, pero imita las narraciones de anuncios antiguos. El más cercano es la historia del anuncio del nacimiento de Sansón, al final del libro de los Jueces. El ángel Gabriel se presenta a Zacarías, a la derecha del altar del incienso y le anuncia el nacimiento de un hijo. El anciano sacerdote permanece incrédulo; le parece imposible que suceda lo que se le dijo. Ciertamente lo ha deseado mucho, pero va más allá de sus presentes expectativas. A estas alturas lo considera imposible.
Y esta actitud de incredulidad está marcada con un hecho traumático: pierde el habla. Zacarías sale del templo donde sucedió algo que nadie más ha visto, y no puede hablar. La gente estaba preocupada porque tardó en salir; se quedó adentro por mucho tiempo, más de lo debido y cuando sale ya no puede deletrear una palabra. Entienden que algo ha pasado, pero no saben qué. Acabada la semana de servicio, Zacarías regresa a su pueblo en las afueras de Jerusalén. La historia de Lucas no la nombra, pero la tradición la identifica con Ein Karem e Isabel encuentra a su esposo en esta condición de mudez. Probablemente hay una referencia al profeta Ezequiel quien en el Antiguo Testamento tuvo una experiencia similar, permaneció mudo por un cierto tiempo, casi para indicar una ruptura, una interrupción. Zacarías retoma la palabra cuando nace su hijo Juan.
Es una fase de transición; acaba el antiguo sacerdocio; el antiguo sacerdote levita se ha quedado mudo. Acaba el Antiguo Testamento; la gracia de Dios irrumpe en la historia para iniciar una realidad nueva. En paralelo al anuncio del Bautista, Lucas narra el anuncio de Jesús. Inmediatamente después, de hecho, nos encontramos con el espléndido y conocido episodio de la anunciación. Lucas no describe los detalles del ambiente, sino que simplemente ubica a los personajes: “El sexto mes…” Esto es, seis meses después de la concepción de Juan Bautista, siguiendo el anuncio del ángel… “envió Dios al ángel Gabriel” - el mismo que había sido enviado al templo, “a una ciudad de Galilea llamada Nazaret”.
Notemos el contraste: la primera anunciación tiene lugar en Jerusalén, el centro de la tradición, el corazón de la fe de Israel. En el templo - el lugar más santo del hebraísmo, dirigido a un hombre, sacerdote, anciano, por tanto, por definición, con autoridad. En este segundo caso, en cambio, el entorno es la periferia, marginal, un pueblito de Galilea, fuera de la tierra propiamente santa, que es la Judea, en torno a Jerusalén. Galilea es el distrito de gente sencilla, un entorno también habitado por muchos paganos.
El pueblo de Nazaret es desconocido en el Antiguo Testamento, nunca se lo menciona. Nunca pasó algo que fuera digno de recordar. Y la destinataria de este anuncio es una jovencita, una virgen, llamada María, prometida en matrimonio a un hombre de la casa de David llamado José. Porqué se encuentra en Nazaret uno de la familia de David, originario de Belén, no viene explicado.
Esta jovencita a quien se dirige el ángel Gabriel está comprometida con José, o sea que el contrato matrimonial ya se había realizado. Según la práctica habitual en el judaísmo el matrimonio se celebraba en dos momentos; el primero con el contrato oficial involucraba todos los deberes de la unión matrimonial, excepto la convivencia; de esta manera se hacía oficial que los dos pretendían casarse y por lo tanto se frecuentaban para lo necesario, para preparar la casa. Después de algún tiempo, unos meses, como máximo un año, los dos se iban a vivir juntos, con una fiesta que marcaba el inicio de la convivencia. En este lapso de tiempo, entre el contrato matrimonial y el inicio de la cohabitación, tiene lugar el evento del anuncio.
El ángel Gabriel se presenta a María y le trae un mensaje. Lucas reporta una especie de texto teatral, donde solo están las palabras pronunciadas, el discurso directo, no hay comentarios ni descripciones. El ángel dice… María responde… el ángel dice… María responde… el ángel partió. Todo es discurso directo; y en este discurso directo ciertamente existe la habilidad literaria y teológica de Lucas.
Es el narrador que interviene para construir bien el texto que tiene un gran mensaje teológico. El ángel saluda a María con una fórmula importante: Χαῖρε = Jaire = Alégrate. No la llama por su nombre sino por un adjetivo complejo: κεχαριτωμένη = kejaritomene = transformada por la gracia. “El señor está contigo” – es el saludo a los líderes, a Moisés a Josué, a Gedeón cuando se les confía una misión grande. María se asombra y se pregunta qué sentido tiene tal saludo, se da cuenta de que este tipo de saludo está dirigido a un gran héroe al que se le confía una hazaña excepcional. El ángel le explica el significado de un saludo tan importante: “No temas, María, que gozas del favor de Dios. Mira, concebirás y darás a luz un hijo, a quien llamarás Jesús. Será grande, llevará el título de Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, para que reine sobre la Casa de Jacob por siempre y su reino no tenga fin”.
Sustancialmente, el ángel le dice ‘tendrás un hijo, este niño será el Mesías e inaugurará el reino mesiánico’. María está comprometida con José. El ángel no le dijo ‘estás esperando un bebé’ sino que le dice que ‘tendrá’ un hijo. Por tanto, no hay objeción de parte de María quien no dice que no ha tenido relaciones sexuales por lo que no es posible que esté esperando un niño. Pero pregunta cómo sucederá esto ya que ‘no convivo con un hombre’ y en este momento no tengo intención de conocer a un hombre. Es un deseo de virginidad por parte de María que necesita ser aclarado. Es como si fuera a un director espiritual; la joven que no tiene otra imagen por experiencia que la del matrimonio, pregunta: ‘entonces, mi idea de virginidad no se fundamenta. Si me dices que voy a tener un bebé entonces no seguiré siendo virgen’.
Y el ángel completa el anuncio explicando que será madre precisamente porque es virgen. La virginidad de la que se habla, va más allá de lo físico; es la virginidad del corazón: κεχαριτωμένη = kejaritomene = transformada por la gracia, dice la cualidad de esa joven que es una mujer totalmente marcada por la gracia; redimida de manera perfecta y es precisamente la virginidad del corazón de esa mujer, la que hará posible la encarnación. Ella puede convertirse en la madre de Dios porque es virgen, porque recibe de verdad el anuncio.
El ángel explica que ‘el poder de Dios descenderá sobre ti; el Espíritu creador dará origen en ti a una nueva persona'. “Por eso, el consagrado que nazca llevará el título de Hijo de Dios”. No solo Mesías, sino hijo de Dios. Agrega una señal, casi una prueba: ‘Tu pariente Isabel está esperando un hijo… ¿la recuerdas? –parece decir el ángel–. Todos la llamaban estéril, parecía que ella no podía tener descendencia, en vez, está en el sexto mes, nada es imposible para Dios’. María no reacciona como Zacarías, no dudó, sino que pidió una explicación, ‘cómo sucederá’, y cuando el ángel propone esta modalidad extraordinaria que corresponde a su deseo de virginidad, dice con entusiasmo: ¡Que esto suceda como dices! γένοιτό μοι = ¡guénoito moi!
En griego es un optativo, que indica el deseo: Estoy realmente feliz, ‘soy la servidora del Señor: que se cumpla en mí tu palabra’. No es un término de humildad; el siervo de Dios es el primer ministro; es la persona importante de la corte; es la única vez que aparece en femenino. María entiende que ha sido elegida plenipotenciaria, se le ha confiado una tarea grandiosa y la acepta. “El ángel la dejó y se fue”.