El Evangelio
según San Lucas
Parte 3. La visita y el nacimiento
Videos por el Fr Claudio Doglio
Voz original en italiano, con subtítulos en Inglés, Español, Portugués & Cantonés
Videos subtitulados y doblados en los mismos idiomas también disponibles.
3. La visita y el nacimiento
Después de la narración de las dos anunciaciones de Juan y de Jesús el evangelista Lucas presenta el encuentro de las dos madres. En los dos capítulos del evangelio de la infancia Lucas recopila el material de la tradición judeo-cristiana; testimonios orales, quizás documentos escritos reelaborados por su habilidad literaria y teológica. Como podemos ver en este relato de la visitación, nada más recibir el anuncio de la salvación, María se levanta y se pone a llevar el anuncio de la salvación.
Para Lucas, María es el modelo del discípulo; se pone en camino. El tema del camino es muy importante para Lucas, es lo que experimentó con Pablo; vivió con él en el camino, hizo el camino durante su vida. Experimentó el encuentro con Cristo como ὁδός = jodós = camino. Un camino, un método y por eso en su evangelio insiste en estos detalles y desde el principio, María, modelo del discípulo que escucha la palabra y confía completamente a la palabra gracias a la fe, emprende el camino para comunicar a los demás lo que ha recibido. El ángel le dijo que su pariente Isabel está esperando un bebé y ya está en el sexto mes.
María piensa que necesitará ayuda y luego de ser presentada como la madre del futuro rey, mesías, María sigue con los pies en la tierra, no se siente reina ni primera dama, sino que se pone en camino para ser la servidora, para ir a ayudar a su pariente en los últimos meses del embarazo. María aún no sabe que ha concebido el niño. El ángel simplemente le dijo ‘tendrás un hijo’; ella dio la disponibilidad y en ese momento de la acogida disponible, tiene lugar la concepción. María no lo sabe, se entera por las palabras de Isabel quien la recibe movida por el Espíritu; siente que el bebé, de seis meses, que salta –liberalmente es lo que el texto griego dice– salta en su seno. Y la madre se llena de Espíritu Santo. Saluda a María llamándola bienaventurada entre todas las mujeres, bendito es el fruto de tu vientre.
¿Cómo hace Isabel saber que María espera un hijo? Es una revelación profética dictada por el Espíritu. Isabel no lo sabe por conocimiento humano, sino por una inspiración; y dice ‘bienaventurada la que creyó en el cumplimiento de la palabra del Señor’. Considera su propia humildad y se maravilla que la madre de mi Señor venga a mí. Isabel sabe que María es madre, no de niño cualquiera, sino del Señor. Es todo un episodio profético guiado por el Espíritu. Y es de este encuentro que María recibe la confirmación de lo que el ángel le había dicho, a muchos kilómetros de distancia, sin ninguna fuente humana de información, Isabel sabe lo que le pasó a María.
Ahora ella está convencida y comienza a cantar de alegría. En este punto el evangelista informa el texto del Magnificat: “Mi alma canta la grandeza del Señor, mi espíritu festeja a Dios mi salvador, porque se ha fijado en la humildad de su sierva” … la condición débil de esta persona sencilla. E hizo para ella grandes cosas.
Probablemente, el texto del Magnificat Lucas lo encontró ya escrito; lo aprendió en la comunidad judeo-cristiana de Jerusalén y alrededores en aquellos años en los que participó en la vida de esta comunidad cristiana. Quizás lo haya encontrado escrito; quizás lo escuchó cantar; lo memorizó, lo aprendió. Ciertamente se trata de un texto litúrgico nacido en la comunidad cristiana, fuertemente judía, de los primeros años de la vida cristiana. Es un salmo de alabanza y acción de gracias, con imágenes apocalípticas del cambio. Dios es alabado porque derriba del trono a los poderosos y eleva a los humildes; colma de bienes a los hambrientos y despide vacíos a los ricos. Dispersa a los soberbios en sus planes, y eleva a los humildes.
Es el canto de la iglesia, es una oración de tipo judeo-cristiano, compuesta de muchos elementos bíblicos del Antiguo Testamento y adaptada a la nueva condición cristiana. Expresa la mentalidad de María. Lucas pone en boca de María esta oración eclesial precisamente para expresar el sentimiento de gratitud, de reconocimiento, de alabanza por el Grande, que hace maravillas con los humildes.
Sigue luego la narración del nacimiento de Juan. Tres meses después nace el niño tan esperado y su nacimiento es acompañado de prodigios. El más importante es el hecho de que el padre recupera el habla. El anciano Zacarías en el momento del anuncio de su nacimiento, nueve meses antes, se había quedado mudo por su incredulidad; cuando nace Juan le devuelve la palabra a su padre.
Juan es presentado en la tradición evangélica como ‘la voz que clama en el desierto', la voz que prepara el camino para la palabra de Dios hecha carne, Jesús en persona. Juan que es la voz, devuelve voz a su padre anciano, el anciano sacerdote del Antiguo Testamento vuelve a hablar por la revelación de la novedad. Juan Bautista es circuncidado al octavo día y recibe el nombre de Juan, que significa ‘don de Dios’- ‘Dios ha hecho gracia’, y abriendo prodigiosamente la boca el padre anciano entona otra oración. Encontramos el Benedictus, otro cántico eclesial de la comunidad judeo-cristiana.
También en este caso podemos decir que Lucas encontró un texto en esa comunidad y lo adaptó. Es un texto profético que anuncia a quien prepara la venida del Mesías: ‘un sol que sale de lo alto’. El sol sale de abajo, siempre lo vemos salir de abajo, aquí en cambio otro tipo de sol que sale de arriba. Terminada esta fase, María vuelve a su casa. Lucas ha organizado el material de la infancia poniendo, uno al lado del otro, dos narraciones relacionadas con el anuncio y luego dos narraciones relacionadas con el nacimiento. En medio de la visitación y como corolario los dos cantos. En el capítulo dos comienza la narración del nacimiento de Jesús, en paralelo con el de Juan.
Solo Lucas nos da la noticia de un censo organizado por el emperador César Augusto, mientras Quirino era gobernador de Siria. La documentación histórica sobre este hecho no es muy segura; existen algunas dudas relacionadas con la datación de este evento, pero podemos tomar la información como confiable; pero Lucas pretende sobre todo enfatizar que, en el marco de la gran historia de la humanidad, entre las obras de los poderosos de la tierra está la influencia del Señor, que a través de los humildes y los pequeños entra en la historia.
Todo sirve a este proyecto de Dios, hasta el censo sirve al plan de salvación. Cuando se trata de hacer un censo, lo sabemos bien, no hace falta ir al lugar del nacimiento para registrarse, sino que todos se registran donde viven. El censo se usa precisamente para saber qué personas están presentes en tal territorio, en tal momento; por lo que la noticia de que José se muda de Nazaret a Belén para registrarse es importante porque no es coherente.
Significa que José quiere ser un habitante de Belén; es muy probable que esté en Nazaret de incógnito. Belén fue la ciudad de David, por tanto, un semillero de fundamentalistas, también de alborotadores, de personajes peligrosos, los del partido opuesto a Roma que continuaron soñando pretendientes al trono, posibles reyes en oposición a Herodes. José, primogénito de una familia davídica, quiere estar fuera de estos centros de revolución, pero en el momento en el que hay la necesidad de registrarse por el Imperio Romano, prefiere que la gente sepa que él está en Belén y por lo tanto comienza a mudarse. No es cierto que todos se mudaron para el censo; todos se quedaron en sus casas y es José que va a Belén para residir en la ciudad de David, a pesar de que su esposa María estaba al final de su embarazo.
No llega a Belén en una ciudad desconocida porque él es de allí, y por tanto tiene parientes, tiene la familia en Belén. El hecho de que la tradición haya colocado el nacimiento de Jesús en una cueva, corresponde perfectamente con la reconstrucción del entorno urbano de Belén. Era, de hecho, una ciudad caracterizada por casas-cueva, un poco como las piedras de Matera, en Italia, se usaban cuevas naturales como el cuerpo principal de la habitación, a la que se le agregaba una parte delantera, tal vez una habitación superior con algún muro que protegiera la entrada; pero los lugares habitualmente habitados estaban dentro de la roca, eran cuevas que todavía hoy el peregrino en Tierra Santa puede visitar. Bajo la Basílica de la Natividad hay una gran casa-cueva que perteneció a la familia de José, una familia adinerada emparentada con David. Una casa con personas que viven en la pobreza, pero de acuerdo con el patrón de la época.
Para nosotros hoy es una situación de pobreza, pero en la economía antigua y en ese contexto urbano, era una casa normal o más bien una hermosa casa grande y organizada. Por tanto, José es recibido en su entorno familiar y el niño nace y es colocado en un pesebre “porque no habían encontrado sitio en la posada”.
Lamentablemente hemos leído ‘posada’ durante cuarenta años y agregando el antiguo poema del campanario que suena las diversas horas de la noche, creamos la fábula de la búsqueda de la posada, completamente lleno, sin lugares y al final tienen que ir al campo, a un establo o en una cueva.
Todo esto es fantasía inconsistente; no es lo que dice la narración evangélica de Lucas quien, sin embargo, no está interesado en una reconstrucción en detalle, simplemente dice que José junto con María fue a la ciudad de David que es Belén, llegó el momento del parto y María dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo puso en un pesebre. Porque la acomodación, es lo que llamamos la sala de estar, el comedor, ‘καταλύμα’ = kataluma dice en griego el evangelista, es la habitación principal de la casa. ¿Es el mejor lugar para una mujer en parto? NO. ¿Dónde se pone a una mujer que está por dar a luz? En un ambiente reservado. Y el ambiente reservado, cálido y acogedor en ese tipo de casa es el establo. Muchos de nosotros tenemos recuerdos de años atrás, de 50 o 70, años atrás, en el campo todavía podemos imaginar una condición similar.
Un nacimiento de invierno en el campo, se hacía en un establo porque era el ambiente naturalmente calentado y con un ambiente más acogedor que en una sala helada de la casa. La mención del pesebre hace alusión a un lugar natural. Las mujeres que vivían en las casas de piedras de Matera (ciudad del sur de Italia donde las casas estaban excavadas en la roca caliza) usaban el cajón de la cómoda para cuna de niños. Dado que las habitaciones eran muy pequeñas al abrir el cajón, al lado de la cama, allí se colocaba el bebé. Y el pesebre es el ambiente envolvente que naturalmente puede acomodar a un bebé recién nacido. Se tiene el heno que le da un fondo de suavidad y ese calor natural que producen los animales.
El hecho de que el evangelista enfatiza solo este detalle es para decir que el niño, cuando nace, se coloca en el lugar donde se pone la comida. El niño envuelto en pañales, colocado en el pesebre, simplemente se lo deja allí; no hay descripción del ambiente; no hay subrayado de pobreza o miseria; son los datos esenciales.
El interés de Lucas son los pastores. Son los pastores que interesan al evangelista porque se demora mucho más en contar el anuncio del nacimiento a los pastores. Los pastores están fuera de Belén; el niño nació en el pueblo. Los pastores están fuera del pueblo, en el campo y cuidan el rebaño. El ángel del Señor se les manifiesta, la gloria de Dios los envuelve. Un lenguaje técnico que casi recuerda la aparición pascual, la luz del anuncio de la mañana de Pascua. En la noche una luz divina envuelve los pastores; es un mensajero que les trae el ‘εὐαγγελίου’ = evangelios = las buenas nuevas: “Hoy les ha nacido en la Ciudad de David el Salvador, el Mesías y Señor”.
Tres títulos cristológicos muy importantes. Se presenta el Mesías (en griego Cristo), se lo llama ‘Kyrios’ = Señor, título divino, y calificado con el título de Salvador. Es la función que desempeña. Prácticamente ya se les ha dicho todo a los pastores sobre la identidad de ese niño. Una multitud del ejército celestial se une al ángel mensajero y canta la gloria de Dios y anuncia la paz para los hombres objeto de benevolencia divina. La ‘buena voluntad’ es la de Dios. Es Dios que ama a la humanidad por eso le concede la paz y ese niño es la paz en persona.
Una vez que la luz angelical desaparece los pastores hablan entre ellos y dicen: ‘vayamos a Belén’. Después de haber recibido el anuncio, como lo había hecho María, los pastores también se ponen en camino. Han escuchado una palabra y van a comprobar la veracidad de esa palabra. Llegan y encuentran la señal, pero la señal era algo muy simple, elemental, común: “Encontrarán un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”. El anuncio extraordinario convive con la sencillez del entorno, de la condición en la que encontrarán este extraordinario personaje.
Nosotros estamos acostumbrados a las imágenes del pesebre, a imaginar a los pastores trayendo regalos al niño y hemos sumado todas nuestras fantasías: de la mujer que trae la cacerola para hacer un buen caldo sustancioso, otros que ofrecen pañales, la leña para hacer fuego, el cordero, algo de comer… y así sucesivamente. No es lo que dice el evangelista. Los pastores en la narración de Lucas no le traen nada a Jesús; van a ver lo que han escuchado y ven que las cosas son tal como las oyeron y se asombran; y se van a casa contando a los demás lo que han escuchado y visto.
Noten que se han mencionado los sentidos fundamentales. Los pastores han escuchado la palabra, han visto la palabra concretamente, y han contado a otros lo que habían oído y luego visto. Y los que escucharon a los pastores, que son predicadores del Evangelio, se asombraban de lo que se les anunciaba. Esta es, en síntesis, la historia de la evangelización. Los pastores que le interesan a Lucas son los pastores de la iglesia, son los evangelizadores, los que han escuchado el anuncio, han comprobado por experiencia personal que este es el caso y han comunicado su experiencia a otros.
Es el anuncio del evangelio. La historia de la natividad de Jesús para Lucas es la imagen de la transmisión del evangelio y en el centro del episodio María es una vez más la figura del discípulo ideal: “conservaba todas estas cosas meditándolas en su corazón”, juntando los detalles para entender la imagen general. Esto es lo que debe hacer el discípulo: escuchar, verificar, anunciar y meditar el sentido profundo de lo sucedido.