El Evangelio
según San Lucas
Parte 4. Los episodios en el Templo
Videos por el Fr Claudio Doglio
Voz original en italiano, con subtítulos en Inglés, Español, Portugués & Cantonés
Videos subtitulados y doblados en los mismos idiomas también disponibles.
4. Los episodios en el Templo
El evangelio de la infancia escrito por san Lucas destaca la obra del evangelio. La revelación de Jesús involucra a las personas que acogen el anuncio y lo transmiten a los demás. Es la experiencia que vivió en persona el evangelista Lucas, y lo que describe acerca de María que aceptó la Palabra y llevó la Palabra a Isabel. Lo describe acerca de los pastores que recibieron el evangelio del nacimiento de Cristo, el Salvador, Señor y después de verificar que las cosas son así anuncian a los demás lo que ellos mismos descubrieron. Cuando se cumplieron los ocho días después nacimiento, el niño fue circuncidado y se le dio el nombre de Jesús. Así había sido llamado por el ángel. El nombre significa ‘Dios salva’, el Señor interviene para salvar a su pueblo.
Cuando se cumplieron los 40 días prescritos por ley, el niño es redimido. Otro episodio que narra Lucas es la presentación en el templo que sin embargo coincide con el rito de purificación de la madre, que tenía lugar 40 días después del nacimiento, y el rescate del hijo primogénito. De hecho, sin embargo, Lucas no cuenta este ritual judío.
Después de haber dicho que José y María van al templo a realizar estos ritos narra otra cosa. Narra el encuentro con un hombre llamado Simeón, una figura simbólica ligada al entorno de los pobres del Señor, cercano a Zacarías e Isabel. Simeón es uno que espera la redención; recibió del Espíritu la promesa de que no moriría sin haber visto la presencia del Mesías. Y ese día, casualmente, inspirado por el Espíritu va al templo y reconoce a Jesús.
Imaginen la escena: Estamos en la explanada del templo, una gran plaza inmensa abarrotada; en medio de toda la gente yendo y viniendo están estas dos personas, una pareja joven con un bulto en los brazos. Este hombre, anciano, el texto no lo dice, pero todo hace pensar que fuese anciano. Simeón en la multitud identifica a esas dos personas y en ese niño en brazos de la madre reconoce al Mesías.
Lucas pone en boca del anciano Simeón otra canción, otro texto de la comunidad judeo-cristiana: "Ahora, Señor, según tu palabra, puedes dejar que tu sirviente muera en paz". Ahora puedes dejarme ir en paz porque tu promesa se ha cumplido y "mis ojos han visto a tu salvación". Se usa un término especial: ‘σωτήριόν’ = ‘soterion’. No es el genérico ‘‘σωτήρια’ = ‘sotería’, mucho más frecuente. Este es el neutro para indicar el hecho concreto, obrado por Dios para salvar a su pueblo. Mis ojos han visto el evento de la salvación que “has dispuesto ante todos los pueblos”. Tú la has preparado frente a todos los pueblos. ‘Es una luz para el apocalipsis de los pueblos’. Lo traducimos como apocalipsis, lo traducimos como ‘revelación’.
Este niño es una luz que revela las naciones, que quita el velo de los ojos de las naciones, son todos los demás pueblos. Este niño es la gloria de Israel, su pueblo. Decía que el anciano Simeón es una figura simbólica porque él encarna en sí al viejo Israel; es el pueblo de Dios que va al encuentro de su Señor y en el templo lo reconoce y lo encuentra. Y ‘pasa la mano’ a todos los pueblos. El antiguo Israel reconoce la gloria y la luz en Jesús y no lo guarda para sí mismo, sino que reconoce que este niño ilumina, revela a Dios a todos los pueblos. Como el viejo Zacarías, recupera su voz en el nacimiento de su hijo, esa será la voz para preparar la Palabra, así el anciano Simeón, que no es sacerdote, que no realiza ningún rito sobre Jesús, sino que simplemente lo reconoce. Abre la perspectiva de la salvación a todos los pueblos.
Y también a María, la Madre, le revela la importante presencia de este niño. Como Isabel le había dicho a María que estaba esperando un hijo y que ese niño es el Señor, ahora Simeón le explica a María otro detalle: “Mira, este niño está colocado de modo que todos en Israel o caigan o se levanten; será signo de contradicción”. Es una señal de contradicción porque de él se puede decir bien y mal, una cosa y su contraria. Este niño servirá para “manifestar claramente los pensamientos de todos. En cuanto a ti –anuncia Simeón a María– una espada –de la palabra de Dios– te atravesará el corazón”.
Haber aceptado la Palabra no te dejará inmune a una implicación efectiva e incluso a un gran sufrimiento. Haber acogido el proyecto de Dios te envuelve de lleno en esta historia. “El padre y la madre de Jesús estaban admirados de lo que se decía acerca del niño”. Es probable que, en un primer momento, María se asustara al ver acercarse a esta persona y le toma el niño de los brazos… ¿Qué quiere? Él quiere alabar al Señor. ¿Qué vio en este niño? Ya lo dijimos: La revelación de Dios para todos los pueblos.
Y al hombre Simeón se le une una mujer, Ana. Viene calificada como profetisa, que se quedó viuda de joven y ahora con 84 años, se dice que vive en el templo, día y noche, sin salir nunca. Debe ser un personaje parecido a un vagabundo; una mujer que vive en el templo no tiene una casa en el templo significa que duerme bajo los pórticos; es una figura extraña; es una mujer pobre probablemente una mendiga, pero sabia y previsora que sabe ver más allá de lo que ven los demás. Espera el consuelo de Israel y reconoce en ese niño al esperado del pueblo. Y habla.
Una vez más, Lucas insiste en esta dimensión del evangelio anunciado. Ana le habla a todos los que encuentra sobre el niño, del significado de ese niño. “Cumplidos todos los preceptos de la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y el favor de Dios lo acompañaba”.
Un versículo de transición le sirve a Lucas para presentar la normalidad de la vida. Todo se reanuda de manera normal y el niño crece en un ambiente remoto en el pueblo de Nazaret.
La historia se reanuda doce años después, cuando el niño se hace mayor, a los 12 años, es mayor de edad de acuerdo con la ley canónica judía, se convierte en ‘bar mitzvah’, es decir, hijo del precepto, y los padres pueden regresar a Jerusalén en la peregrinación de pascua. Se esperaba que los judíos piadosos fueran a Jerusalén al menos una vez al año en uno de los festivales de peregrinación: de pascua, de pentecostés y de las tiendas.
Especialmente pascua podría ser una buena ocasión para la peregrinación al templo. Y no habiendo ido allá porque el niño era pequeño, cuando cumple 12 años van con toda la caravana de peregrinos a la ciudad santa. También este episodio es narrado por Lucas con una importante intención teológica; no es simplemente una anécdota de crónica. Es un atisbo de los treinta años de vida no documentada de Jesús.
Cuando alcanza la mayoría de edad y realiza el rito que lo constituye hijo del precepto, Jesús toma conciencia de su propia persona, de su propia vocación, de la misión que el Señor espera de él. Su padre José le entrega el rollo de la ley y le dice, básicamente, ‘eres grande y ahora eres responsable, tienes que poner en práctica la ley de Dios’. Cuando se acaba la fiesta y regresan a su pueblo, el niño permanece en Jerusalén. La caravana es de gente conocida y por un día de caminata los padres no notan la ausencia de Jesús; cuando por la noche lo buscan, no lo encuentran; pero ya se han alejado un día de Jerusalén, no pueden regresar por la noche. A la mañana siguiente regresan, pero demoran un día para llegar a Jerusalén. Es tarde, por lo tanto, no pueden buscarlo. Al tercer día comienzan a buscar a Jesús y lo encuentran en el templo. Se había quedado allí, entre los doctores.
Imaginemos a este chico inteligente, muy interesado en asuntos religiosos, encontró en el templo algunos grandes profesores que explicaban la Escritura de una manera espléndida. Solía ir a la sinagoga en Nazaret, un pueblito y el predicador de la sinagoga de Nazaret debía ser un pobre hombre, que sabría pocas cosas …explicaba lo mínimo indispensable, quién sabe cuántas preguntas tenía este niño inteligente, investigador. En Jerusalén encontró personas competentes, capaces de dar respuestas a sus grandes preguntas; y se sorprendieron estos escribas expertos al encontrar un niño tan inteligente, capaz de hacer preguntas tan profundas.
No confundamos esto con una presentación que pone a Jesús sentado en cátedra, mientras los doctores de la ley aprenden. Es un chico muy dotado, que se interesa y hace preguntas serias a los escribas. La pérdida de Jesús dura tres días. Estamos en el contexto de una fiesta de Pascua; cuando lo encuentran su madre le hace una pregunta, que tiene un tono muy delicado de reproche: “Hijo, ¿por qué nos hiciste esto? Tu padre y yo te buscábamos con angustia”. Y Jesús le responde de manera extraña: “¿Por qué me estabas buscaban?”. ¿Cómo dices: ¿por qué me buscaban? Es la cosa más lógica de este mundo que los padres habiendo perdido a su hijo se angustiaran y lo buscaran.
Detrás de este diálogo debemos entender una intención teológica del narrador. La pregunta que hace María es la pregunta de la comunidad cristiana en Pascua, en la futura Pascua, la de la muerte de Jesús que desaparece por tres días… se ha perdido. La pregunta es ‘¿por qué hiciste esto? ¿Por qué la salvación pasa por la muerte? ¿Te das cuenta de la angustia que experimentamos en tu pérdida?’. Y la respuesta de Jesús es una contra-pregunta: “Pero ¿por qué están angustiados? ¿No saben que debo ocuparme en las cosas de mi Padre?”. ‘Es lo que me dijo José: debes cuidar las cosas de Dios y yo lo hice’. María lo llamó “tu padre" y yo te estábamos buscando”. Jesús dice: ‘Yo tengo que quedarme en casa y cuidar de las cosas de mi Padre”.
Jesús revela que él sabe que José no es su padre; no es una ofensa sino una indicación de su conciencia, de su conocimiento. Lucas, de esta manera, quiere presentarnos cómo desde el principio Jesús es consciente de su naturaleza y su misión. Esto no quiere decir que lo supo todo, de inmediato. Siendo un verdadero hombre ha madurado y crecido y también creció en la autoconciencia de sí mismo. No sabríamos decir cómo nosotros hemos tomado conciencia de nosotros mismos… cuándo hemos comprendido el significado de nuestra vida, pero ¿quién de nosotros podría decirlo así, con tanta claridad? Y ¿pretendemos decirlo de una persona única como Jesús?
No conoce todo desde el principio, crece en edad, en sabiduría y en gracia. Y siendo un verdadero hombre, crece y comienza a entender, escucha la Escritura, la medita y trata de entenderla. Y pide ayuda a los que más saben para entenderla mejor; y cuando por primera vez llega al esplendor del templo y se encuentra con los maestros de la ley, permanece fascinado, permanece en las cosas de Dios su Padre. “Es necesario que yo esté…”. Es la misma respuesta que en el capítulo 24 se da tres veces a los discípulos, en la mañana de Pascua. El día de Pascua, en la tarde de Pascua, a las mujeres: “Recuerden como les había dicho cuando aún estaba en Galilea; todo esto debe pasar”. A los discípulos de Emaús Jesús repite: “Lentos de corazón… ¿no sabían que es necesario pasar por esta situación?”. Y al anochecer, en el cenáculo, nuevamente el Resucitado les dice a los apóstoles: “Ya se los había dicho que era necesario que el Mesías pasara por estos sufrimientos para alcanzar la victoria”.
El episodio de la pérdida y del hallazgo en el templo, durante una fiesta pascual, es una anticipación teológica de lo que sucederá en la Pascua de la muerte y resurrección. Los padres encarnan a la comunidad que sufre el drama de la pérdida de Jesús y se regocija en el nuevo encuentro. El significado central es que debemos cumplir el plan de Dios. Jesús lo entendió y lo hace. María y José, modelos del discípulo, hacen lo mismo. “Los padres no entendieron lo que les había dicho y sin embargo la madre conserva estas cosas y las medita”. Otro versículo de transición cierra la historia de la infancia. “Se quedó con ellos y vino a Nazaret”.
Jerusalén está en las montañas a 800 metros sobre el nivel del mar y, por lo tanto, incluso si van hacia el norte, en realidad bajan hacia Nazaret. “Y Jesús estaba sometido a ellos”. Por un momento, en Jerusalén, Jesús comenzó a dar pruebas de su conciencia divina, pero siguió estando sujeto a sus padres. “La madre guardaba todas estas cosas en su corazón”. Aquí está la actitud correcta del discípulo, una custodia fiel, constante. Es el corazón que medita la Palabra; no la entiende, pero la medita y la guarda. “Y Jesús crecía en sabiduría, en edad y gracia ante Dios y ante los hombres”.
Y con este verso sintético, que presenta la humanidad de Jesús en crecimiento, Lucas termina el evangelio de la infancia. Inmediatamente después, en el capítulo 3 comienza en paralelo con los otros sinópticos, Marcos y Mateo, la historia de la manifestación pública a Israel, en el momento en que Juan el Bautista, adulto de treinta años, comie