El Evangelio
según San Marcos
5. Las parábolas
Videos por el Fr Claudio Doglio
Voz original en italiano, con subtítulos en Inglés, Español, Portugués & Cantonés
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5. Las parábolas
La narración del evangelista Marcos comenzó con un día especial en Cafarnaún, donde el narrador mostró la intensa y extraordinaria actividad de Jesús con sus discípulos, con la multitud y también solo.
Toda la historia de Marcos se organiza en dos fases importantes y ambas culminan con una profesión de fe. La primera parte de la historia concluye con la profesión de fe del apóstol Pedro. Esta primera parte, a su vez, puede estructurarse en tres momentos diferentes, cada uno de estos momentos termina con una nota polémica de rechazo y agresión. Así la primera parte de la narración termina en el capítulo 3, versículo 6, con la indicación de que los fariseos salieron inmediatamente con los herodianos y tuvieron un consejo contra él para hacerlo morir.
Los adversarios, desde el comienzo, se dan cuenta de que Jesús es peligroso; de que su anuncio es extraordinario y se sale de todo esquema tradicional. Inmediatamente después comienza una segunda parte y Marcos, habitualmente, al comienzo de cada parte, introduce un resumen y una narración de vocación.
Este resumen que encontramos en el capítulo 3 es amplio y no describe un episodio en particular, sino precisamente como un resumen lo hace con lo que era habitualmente el comportamiento de Jesús. Lo que hacía en general. Se observa sobre todo que una inmensa multitud de todas las regiones circundantes acudían a Jesús para escucharlo hablar, pero, sobre todo, porque curaba.
Las curaciones realizadas por Jesús son, desde un punto de vista de reconstrucción histórica, sin duda, la razón que atrajo a las multitudes. Simplemente, los hermosos discursos no atraen la simpatía de la gente, es necesario plantear la hipótesis, como dato histórico necesario, que Jesús haya realizado algo extraordinario a favor de las personas simples; y es precisamente esta intervención terapéutica de Jesús lo que atrae la atención de las personas.
Inmediatamente después del resumen, Marcos narra la constitución de los Doce. Adopta el verbo ‘hacer’, como si fuera una intervención creativa. Al comienzo de la primera parte ha narrado la llamada de cuatro discípulos: Simón, su hermano Andrés, a Santiago y a su hermano Juan.
Ahora dice que Jesús constituyó, de manera estable, un grupo formado por 12 personas. “Subió a la montaña, fue llamando a los que él quiso y se fueron con él”. Nombró a doce = creo doce. Notemos el detalle: Jesús subió a la montaña y fue llamando a los que él quiso. Elige libremente con un criterio de afecto y ellos responden, se fueron con él. De este grupo amplio, de aquellos que lo siguen con afecto, Jesús elige un grupo pequeño con un número preciso y determinado.
El 12 tiene una referencia simbólica, hace alusión al nuevo Israel; como los doce patriarcas que habían dado comienzo a las 12 tribus, hijas de Jacob, así, ahora, el nuevo Israel tiene 12 patriarcas que comienzan una nueva fase histórica. Jesús crea este grupo y el evangelista especifica dos propósitos importantes. Los llamó, primero, para que convivieran con él. Segundo, para enviarlos. ‘Apóstol’ significa ‘enviado’, ‘delegado’. Jesús los eligió para poder enviarlos a hacer un trabajo que él les indicó claramente. Pero antes de enviarlos, el fin que Jesús se ha propuesto es tenerlos con él, elegirlos para quedarse con él.
En el original griego, utiliza en verbo ‘ser’ (ὦσιν = ósin), más fuerte que el verbo ‘estar’. El objetivo de Jesús es que los elegidos estén con él. Estar con el Señor es la cumbre, es la meta a la que cada discípulo tiende. Lo importante es estar con él. De esta comunión de vida nace la misión.
Solo se puede ser enviado de Jesús, portavoz de su palabra, si se está con él. Lo que caracteriza a los apóstoles es haber estado con el Señor. De aquí nace la misión que a su vez tiene dos objetivos: primero, predicar; segundo, expulsar los demonios. Jesús había comenzado en la sinagoga anunciando y liberando a un hombre endemoniado. El mismo tipo de actividad ahora se delega a sus apóstoles; su tarea es proclamar el Evangelio, pero esa palabra es una palabra eficaz, no se trata simplemente de contar una historia, sino de actuar sobre la humanidad y, para Marcos, la acción fundamental es luchar contra el espíritu de las tinieblas. La tarea de los apóstoles es de expulsar demonios, vencer al enemigo y liberar a la persona. La palabra del Evangelio tiene una función terapéutica, redentora, libera al hombre de la opresión del mal.
Por lo tanto, les da 12 nombres, de acuerdo con una lista tradicional que también preservan los otros evangelistas. En este punto comienza la narración de la segunda parte de su Evangelio, con un momento de incomprensión enmarcado en el episodio de la incomprensión de los familiares. Al centro está la dura oposición, calumniosa, de los escribas que vinieron de Jerusalén.
Evidentemente, fueron enviados por las grandes autoridades de la capital para informarse sobre este extraño predicador de Galilea. El problema que llama la atención de estos escribas es el hecho de que Jesús libera a algunos endemoniados. La interpretación de los escribas es extraña, provocadora; dicen que Jesús es un aliado del diablo, es su enviado, es un colaborador de satanás y de acuerdo con el jefe de los demonios, hace señales llamativas precisamente para dominar y esclavizar.
Es una toma de postura trágica porque significa no aceptar la luz, no querer ver las cosas como son; y, también, es una oposición violenta que cambia el día en la noche y Jesús llama a esta actitud ‘blasfemia contra el Espíritu Santo’, es decir, es el cierre obstinado, consciente y firme, de la revelación traída por Jesús. Frente a una obra que libera al hombre y que da salvación y la posibilidad de vida, decir que proviene del diablo significa no querer ver la realidad; cerrarse obstinadamente en el rechazo.
Esta actitud no puede ser perdonada porque no piden perdón. El único pecado que no puede ser perdonado es el orgullo que niega el pecado, y que cree que no tiene pecado y que no reconoce en Jesús al que lleva a la misericordia de Dios.
En torno a este centro tan negativo, también se mueve la misma familia de Jesús; sus parientes, llamados hermanos y hermanas, era la manera habitual que, en ese contexto judío, eran indicados los parientes en general; eran primos, pero también los suegros, los tíos, los nietos, los cuñados. Todos estos eran generalmente llamados ‘hermanos’. Podíamos traducir como ‘parientes’ para crear menos problemas; pero también manteniendo el texto original entendemos el sentido. Sus parientes de Nazaret se han acercado a Cafarnaún porque ellos también han oído hablar de estas hazañas extraordinarias llevadas a cabo por Jesús y no entienden.
El evangelista dice que incluso la madre de Jesús está presente con los otros parientes, solo que la multitud se aglomera alrededor de Jesús y los parientes no pueden contactarlo. Llega el mensaje de boca en boca y las personas más cercanas al Maestro le dicen: "Fuera están tu madre y tus hermanos que te buscan'. Y Jesús reacciona de una manera aparentemente extraña. Pregunta: “¿Quién es mi madre y mis hermanos? Y mirando a los que estaban sentados en círculo alrededor de él, dijo: Miren, éstos son mi madre y mis hermanos. Porque el que haga la voluntad de mi Padre del cielo, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre”. La mirada circular de Jesús es una pincelada típica de Marcos. Describe que antes de hablar, gira la cabeza y mira a los ojos a los que lo escuchan. ‘Mi madre y mis parientes son ustedes’ dice, ‘ustedes que escuchan mis palabras se convirtieron en mi familia’. Para ser mi pariente, deben hacer la voluntad de Dios.
No es un acto de desprecio hacia la madre, María, sino que es precisamente la forma en que Jesús nos habla de la grandeza de su madre. Es la que hizo la voluntad de Dios. Es su madre no por méritos particulares sino por haber aceptado la Palabra que el Señor le ha revelado. Y ha hecho lo que el Señor le pidió.
La parentela humana de Jesús es excedida. Para ser parte de esta nueva familia que Jesús establece, no hace falta estar unido a él por lazos de sangre, se debe estar unido a él por lazos de obediencia; estar como él disponible a la voluntad de su Padre.
“Se puso a enseñar nuevamente a orillas del mar”. Así comienza el capítulo 4. Marcos, de vez en cuando, comienza en su narración subrayando ‘nuevamente’, para decir que ya lo había hecho, pero lo repitió en otras circunstancias. Viviendo en aldeas que estaban al lado del lago de Galilea, definido de una manera un tanto enfática como ‘mar’, Jesús a menudo reunía a la gente en la costa.
La costa era un ambiente amplio y libre, donde la muchedumbre se podía reunir, teniendo en cuenta que, en cambio, las aldeas eran muy pequeñas, no tenían grandes plazas o calles que pudieran acomodar a las multitudes; los campos eran cultivados y, por lo tanto, la costanera era un entorno abierto y libre donde era posible reunir a muchas personas. Para mantener cierta distancia y no estar encerrado, Jesús enseña desde una barca en la que se sienta y estando a pocos metros de la orilla, puede observar a la gente que se ha reunido, y hablar con ellos serenamente.
Así comienza, el capítulo de las parábolas. Es uno de los discursos raros que Marcos reunió antológicamente; es una colección de parábolas. Jesús enseñaba en parábolas. La palabra griega παραβολαῖς = parabolés indica una narración lanzada al costado, que pasa junto a la realidad. La parábola es una narración animada de una historia de vida que ayuda a comprender la vida humana y la historia de la humanidad en general. Parece no tener nada que ver con la situación concreta y, en cambio, gracias a la habilidad del narrador, esa historia permite al oyente sacar las consecuencias; de dar su propia opinión, formular un juicio, comprometerse.
Las parábolas de Jesús, tratan de dialogar con los oyentes, provocan el diálogo. A menudo comienzan diciendo: ‘¿Qué les parce?’ o '¿Quién de ustedes…?'. Es una forma de hacer una pregunta y espera una respuesta.
La primera parábola que Marcos nos narra es la del sembrador, o mejor, de los varios terrenos que reciben la semilla sembrada por el sembrador. Comienza esta historia con una figura emblemática: "El sembrador salió a sembrar". No uno cualquiera sino El sembrador. Desde el principio es una referencia al que da la semilla, al que está en el origen del regalo de la vida, y esa semilla que se siembra es una figura de la revelación. “El sembrador salió…”.
Este verbo podría ser inútil... ¿quieren que siembre en casa? ¿Por qué comenzar el relato con ese subrayado: “salió”? … Es la imagen de Dios que sale de sí para encontrarse con el mundo. Lanzando la Palabra que cae un poco por todas partes. Esta parábola presupone la forma de trabajar de los antiguos campesinos palestinos que no araban la tierra, el arado es un invento medieval; sembraban en el terreno tal como estaba y luego, con algunas herramientas, movían la tierra un poco para cubrir las semillas y, por lo tanto, es inevitable que las semillas caigan en el camino, en medio de las piedras o entre las espinas, pero también hay mucha tierra buena.
Y dice Jesús, contando la parábola, que la semilla que cae en la buena tierra produce el 30, al 60, el 100 por uno. Ahora nosotros no entendemos mucho sobre agricultura y el rendimiento del grano, pero los campesinos de su tiempo que escuchaban esta narración, ciertamente le hacían entender con la cabeza que ‘no’, no es posible. Un quintal, unos 45 kilos de trigo, si rendían 7 veces más, ya era mucho. Hoy, con un sistema mucho más sofisticado, llegamos a 15… a 20 nunca se llega. Y Jesús propone el 30, el 60, el 100 por uno.
Aquí está el punto central de la parábola. Es la provocación; existe una semilla particular que está produciendo un resultado inmenso y espectacular, que va más allá de cualquier predicción humana. Marcos ha narrado antes la incomprensión de los familiares que querían llevarlo a casa porque lo consideran fuera de sí. La hostilidad cerrada, perversa, de algunos escribas que lo consideran aliado del diablo; y los discípulos piensan que están perdiendo el tiempo, no se llega a ningún lado. Los resultados no existen.
La parábola sirve como enseñanza de consuelo. El fruto vendrá, los resultados serán excepcionales, incluso si al comienzo no lo parece. La explicación sobre los cuatro tipos morales, probablemente sea una adición de la primera comunidad cristiana que intentó adaptar esta historia y de exhortar moralmente a que no seamos superficiales como el terreno; no seamos inconstante como el terreno pedregoso; no nos dejemos asfixiar por las preocupaciones. Convirtámonos en terreno bueno para recoger la semilla de la Palabra y dar mucho fruto. El objetivo es anunciar una semilla que crece y no indicar un terreno que es así y no puede ser de otra manera.
El objetivo es estimular a los oyentes a recibir la Palabra. Los que acogen la Palabra y hacen la voluntad de Dios, estos son los que dan fruto; estos pueden convertirse en hermano, hermana y madre de Jesús.