El Evangelio
según San Marcos
11. Enfrentamientos en Jerusalén y anuncio del gran final
Videos por el Fr Claudio Doglio
Voz original en italiano, con subtítulos en Inglés, Español, Portugués & Cantonés
Videos subtitulados y doblados en los mismos idiomas también disponibles.
11. Enfrentamientos en Jerusalén y anuncio del gran final
Después de la entrada de Jesús en Jerusalén, Marcos narra un día en el que Jesús no hace prácticamente nada, sino una acción significativa. Dice el evangelista que estaba en Betania y por la mañana Jesús a sus discípulos fueron a pie a Jerusalén. Pasando Jesús ve una higuera completa de hojas, se acerca para recoger un poco de fruta, pero no hay nada. Jesús pronuncia una dura palabra de condena contra la higuera; los discípulos escuchan y no reaccionan.
Llegados al templo, Jesús expulsa a los vendedores de animales para los sacrificios. Es un gesto de agresión a la estructura del templo. No se trata simplemente de limpiar o condenar la corrupción, es precisamente la intención de desafiar ese mercado en que el templo se había corrompido; la práctica religiosa consistía en comprar y vender; darle a Dios algo para obtener de Dios algo a cambio. Es el pensamiento religioso comercial habitual, que es un regateo de la salvación.
Jesús regresa a Betania en la noche después de haber creado confusión en el templo. Por la mañana al seguir la misma ruta, pasan cerca del mismo árbol de higos y la higuera estaba completamente seca. Los discípulos se lo hacen notar: ‘El árbol que ayer maldijiste se secó’. Es una acción profética simbólica importante. La palabra de Jesús es eficiente, funciona. Esa palabra contra la higuera sin frutos, es un signo profético que debe hacernos comprender la trágica validez de la palabra de Jesús contra el templo que no produce fruto.
El problema está ahí. Es el problema de la estructura religiosa infructuosa que no da los buenos frutos que Dios esperaba. Y una vez que llega al templo, Jesús es interrogado inmediatamente por las autoridades: ‘¿Con qué autoridad, con qué permiso expulsaste ayer a los mercaderes del templo quienes tenían todos los permisos para hacer este comercio? Y aquí comienza una serie de diálogos o controversias con los diversos representantes de los grupos religiosos del templo.
Respecto a su autoridad Jesús no responde, sino que hace una contra pregunta: ¿Por qué no aceptaron a Juan el Bautista? ¿Según ustedes, su bautismo venía de Dios o de los hombres? Esas autoridades tienen miedo de comprometerse, no quieren decir ni sí ni no, y Jesús frente a personas indecisas que no pueden tomar una posición dice que tampoco les responde.
Y narra la parábola de los viñadores asesinos. Una imagen sabiamente diseñada por Jesús porque las autoridades religiosas del templo de Jerusalén eran terratenientes ricos y tenían muchos viñedos en Galilea; y en esos años a menudo hubo levantamientos campesinos contra sus amos. Ellos, probablemente se imaginan que Jesús con esa historia quiere decirles que es necesario tener paciencia con los campesinos, que tienen que ayudarlos, que tienen que ir a su encuentro y perdonarles, incluso si no quieren entregar la cosecha. Y frente a la historia de un dueño de la viña contra quien los campesinos se volvieron en contra, quienes han visto maltratar y matar a los sirvientes y luego después de haber enviado a su hijo, lo mataron. Jesús les pregunta: “¿Qué harían ustedes?”. Ellos, poniéndose en el lugar del dueño de la viña, le dicen con dureza: ‘Es necesario eliminar a esos delincuentes, el dueño tendrá que castigarlos severamente’. Y Jesús descubre las cartas y da vuelta la situación diciéndoles: ‘han juzgado bien, solo que ustedes no son el dueño de la viña, ustedes son los campesinos rebeldes'. El Señor es el dueño. Ustedes son los alborotadores y quedaron al descubierto; han formulado su auto condenación, dijeron que merecían un castigo grave’.
Después los fariseos le preguntan si es legal pagar impuestos al César. Es una pregunta engañosa. Si dice que sí, va en contra de los religiosos fariseos; si dice que no, va en contra de los que están a favor del gobierno de Roma. Y Jesús, sabiamente, no dice que sí ni no; se hacer mostrar una moneda, la devuelve diciéndoles: Si es del César (porque esta cabeza es del César) devuélvansela a él, pero a Dios devuélvanle lo que le pertenece a Dios, es decir, todo. Todo proviene de Dios y toda la persona debe ser suya.
Los saduceos que no creían en la resurrección de los muertos le piden su opinión. Y le cuentan una historia de broma respecto a una mujer que había tenido siete esposos, y uno detrás del otro había muerto. Y para seguir una antigua regla de Moisés, el hermano del difunto se había casado con la viuda y así sucesivamente. En este punto le preguntan –como si hubiesen creado una historia extraordinaria de teología– ¿en la resurrección de los muertos, de quién será esposa? Si los muertos resucitan la mujer se encontrará con siete hombres, hermanos, que han tenido la misma esposa. ¿Qué hace una familia con siete maridos y una mujer? Y sonríen, cómo para decir ‘te hemos puesto en aprietos’. Jesús responde con decisión: ‘No conocen el poder de Dios. No conocen las Escrituras, no tienen la mínima idea de lo que es la resurrección porque será algo completamente nuevo y diferente. Ustedes piensan en una transposición a otra dimensión de la misma vida terrena, pero con la resurrección seremos completamente nuevos y las relaciones familiares serán las mismas, pero completamente transfiguradas. Y demuestra con una cita del Éxodo que Dios es el Dios de los vivos y no de los muertos. “Están muy equivocados”.
Un fariseo le pregunta cuál es el primer mandamiento, y Jesús, tranquilamente, le muestra la coherencia entre el amor de Dios y el amor al prójimo; y pone juntos a estos dos proyectos citando al Deuteronomio y al Levítico para indicar cómo este es el camino correcto. Luego, a su vez, propone él una pregunta sobre el salmo 109, que comienza: “Oráculo del Señor Dios a mi Señor el Mesías”. La tradición atribuía a David esta poesía. El antiguo rey David presenta un oráculo de Dios dirigido al Mesías, pero David lo llama ‘Señor’ al Mesías y Jesús pregunta por qué entonces los escribas dicen que el Mesías es el hijo de David, puesto que David lo llama Señor. Quiere decir que no es simplemente su descendiente, inferior a él. El Mesías existe antes de David y es el Señor de David. Es una reflexión exegética importante en un texto bíblico con el que Jesús muestra su convicción mesiánica, pero también la convicción de que el Mesías sea el Señor de David, no simplemente un descendiente inferior.
"La gente escuchaba a Jesús con gusto". Jesús se sienta frente al tesoro del templo y advierte a los discípulos: “Cuídense de los letrados. Les gusta pasear con largas túnicas, que los saluden por la calle, buscan los primeros asientos en las sinagogas y los mejores puestos en los banquetes. Con pretexto de largas oraciones, devoran los bienes de las viudas”. Es una reprensión muy fuerte contra estas autoridades judías del templo. Y una acusación grande que hace Jesús es la de devorar los bienes de las viudas, es decir, utilizar sistemas con los que se apoderan de los bienes de los pobres. Por ejemplo, una mujer viuda, por lo tanto, sin protección social, sin defensas que es explotada por esta estructura religiosa.
Y justo cuando está hablando, ve a una mujer que arroja unos centavos en el tesoro del templo. En general, los predicadores elogian a esta viuda y dicen que Jesús felicita a la mujer. De hecho, en el texto no parece que sea un elogio. Jesús no felicita a la mujer porque ella dio dinero al templo. Todo el contexto es contrario a esta idea. Jesús no está absolutamente a favor de dar dinero para mantener la estructura del templo de Jerusalén y muestra cómo esta mujer dio más que todos los demás que eran ricos que pusieron de lo que sobraban, en cambio, ella ya puso todo. Ese es un caso concreto en el que los escribas devoraban las casas de las viudas. Si esa mujer había puesto todo lo que tenía para vivir, esa noche no comió porque le dio el dinero al templo y Jesús no la felicitó, tampoco la regañó, pero es un lamento que él expresa frente a una estructura religiosa que es como una higuera llena de hojas, pero sin frutos; y la dura palabra de Jesús que suena tanto como una maldición, pone de manifiesto esa realidad.
Inmediatamente después salió del templo. Los discípulos le señalan las hermosas piedras del edificio del templo; Jesús pierde la paciencia. Por enésima vez los discípulos no han entendido la mentalidad de Jesús, están orgullosos de que el templo sea hermoso, ‘mira qué construcciones tan hermosas – qué hermosas piedras’ … y Jesús responde diciendo: “¿Ven esos grandes edificios? Pues se derrumbarán sin que quede piedra sobre piedra”. Una fórmula similar a la que pronunció sobre la higuera.
Es el anuncio de una destrucción del templo y es el comienzo del discurso escatológico que ocupa todo el capítulo 13, un texto particularmente difícil, escrito con un lenguaje apocalíptico, esto es, revelador, pero con un género particular en el que se muestran situaciones catastróficas. En griego ‘catástrofe’ significa revertir todo; cambiar las cosas de ‘así’ a ‘así’. Jesús anuncia proféticamente, el final, el evento catastrófico por excelencia. ¿Cuál es? No dice el fin del mundo. Jesús no está anunciando lo que sucederá milenios después; anuncia lo que sucederá en unos días: su muerte y resurrección.
La catástrofe fundamental es la muerte de Jesús y su resurrección. Realmente allí se da una inversión radical de todo. El Hijo de Dios es asesinado, pero el Hijo de Dios resucita. Es la aniquilación que da lugar a la novedad, todo comienza de nuevo. Ante todo, el discurso escatológico se refiere a la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Entonces en perspectiva más distante está el anuncio de la destrucción del templo de Jerusalén. Ocurrirá 40 años después. El episodio data del año 30, y en año 70 las tropas romanas de Tito conquistan Jerusalén y destruirán efectivamente el templo, sin dejar piedra sobre piedra. Se cumple cuarenta años después de esas palabras que Jesús había pronunciado. Los cristianos de Roma, si Marcos escribe a principios de los años sesenta, tienen los primeros anuncios de esa revuelta que culminará en la guerra judaica y terminará con la destrucción del templo. El arco de Tito en Jerusalén, el arco de Tito en Roma también representa el despojo del templo de Jerusalén con los soldados romanos que se llevan el gran candelabro de siete brazos, y se construye mientras Marcos está en Roma, poco después de la muerte de Pedro y la escritura del evangelio, se vuelven contemporáneos para los receptores del evangelio de la comunidad cristiana.
La tercera perspectiva es la del fin del mundo. Es la última catástrofe completa. Jesús anuncia su muerte, la muerte de Jerusalén y la muerte de mundo, pero anuncia su resurrección, la transformación de Jerusalén y la novedad escatológica del nuevo mundo. El anuncio del Hijo del Hombre que viene en las nubes del cielo es el anuncio de la Pascua, de la resurrección. Luego verán al Hijo del Hombre, después de esa tribulación, que es la pasión de Jesús, el sol se oscurecerá. Es lo que sucederá a la muerte de Jesús. Después verán al Hijo del Hombre venir sobre las nubes del cielo.
Y la última parte del discurso es una invitación a la vigilancia: “Estén prevenidos porque no saben cuándo va a llegar el dueño de casa”. Y hace una lista con cuatro horarios: “Si al anochecer o a media noche o al canto del gallo o de mañana. Que, al llegar de repente, no los sorprenda dormidos. Lo que les digo a ustedes se lo digo a todos: ¡Estén prevenidos!”. Estas cuatro indicaciones de hora: al anochecer o a media noche o al canto del gallo o de mañana, dan el esquema de la historia de la pasión que inmediatamente después, en el capítulo 14, comienza y es la conclusión de la gran narración del evangelista Marcos.