El Evangelio
según San Mateo
Parte V
Videos por el Fr Claudio Doglio
Voz original en italiano, con subtítulos en Inglés, Español, Portugués & Cantonés
Videos subtitulados y doblados en los mismos idiomas también disponibles.
5. Las Bienaventuranzas
El evangelio según Mateo se enfoca en la figura de Jesús, el nuevo Israel. Es Jesús quien realiza en su persona las promesas al pueblo antiguo. El evangelista Mateo presenta, de hecho, el cumplimiento de las Escrituras en la persona, en la vida y en el ministerio público de Jesús. Su narración, como ya hemos visto, está organizada de acuerdo con cinco grandes discursos, con partes narrativas y dos elementos que lo enmarcan: la introducción, escrita como un evangelio de la infancia, y la conclusión con la pasión, muerte y resurrección del Señor. Los primeros dos capítulos narran algunas escenas de la infancia del Salvador. A partir del capítulo 3, comienza la historia del ministerio público.
Los dos primeros capítulos son exclusivos de Mateo, es decir, es una elaboración de la escuela de escribas que produjo el primer evangelio, mientras que a partir del capítulo 3, están perfectamente de acuerdo con los otros dos evangelistas sinópticos Marcos y Lucas. Marcos, de hecho, comienza la narración con la predicación de Juan Bautista, mientras que Lucas y Mateo presentan las historias de la infancia, pero Mateo sigue su camino y Lucas por el suyo. No tienen nada en común.
Es a partir del capítulo 3 que los tres evangelistas sinópticos proceden en común, es decir, reflejan la tradición eclesial anterior. Significa que los tres sinópticos han trabajado el material apostólico, probablemente ya por escrito y seguramente transmitido oralmente en formas ya establecidas. El evangelista es un redactor, un editor. Hablamos del editor final, que ha elaborado mucho material disparejo compilándolo y creando enlaces, agregando, eliminando, moviendo para crear una historia homogénea de acuerdo con las intenciones teológicas de cada uno.
En los capítulos 3 y 4 del evangelio de Mateo, tenemos la re-presentación del esquema común a los sinópticos. Se comienza con la predicación de Juan Bautista, la llegada de Jesús a los vados del Jordán, donde es inmerso y recibe el bautismo; y luego el momento de la retirada en el desierto para elegir la forma correcta de comportarse del Mesías. Sobre las tentaciones, común a Mateo y Lucas, presenta una escena catequética en la que se resumen tres tentaciones a las cuales Jesús responde con tres citas de Deuteronomio, es decir, del libro que narra la situación de Israel en el desierto; donde el antiguo pueblo había fallado y el nuevo Israel, que es Jesús triunfa, elige bien, no cede a la tentación, sino que elige el camino de Dios. Luego regresa a Galilea y comienza el ministerio.
Mateo introduce la cita de un texto de Isaías para enfatizar, según su costumbre, que “Así se cumplió lo anunciado por el profeta Isaías: El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz intensa”. Según Mateo, es la gente de Galilea que al escuchar la predicación de Jesús finalmente vio la luz y surge una nueva posibilidad de salvación. Y los primeros discípulos siguieron entusiastas la llamada del Maestro. Jesús comienza a enseñar y a sanar y así llegamos al capítulo 5 donde comienza el primer gran discurso.
Comienza lo que se llama el discurso de la montaña y ocupa los capítulos 5, 6 y 7. El primero de los cinco discursos programáticos, clave, presenta en resumen la novedad del Evangelio. Por tanto, los capítulos 3 y 4, sirven como una introducción narrativa, seguida del gran discurso. En el capítulo 7, el discurso termina con una fórmula redaccional con la cual el evangelista subraya: Aquí termina una parte. “Cuando Jesús terminó su discurso, la multitud estaba asombrada de su enseñanza”. “Cuando Jesús terminó su discurso” es una fórmula que se repite cinco veces y marca el final de cada una de las cinco partes. Así, en el capítulo 7 termina la primera parte.
Del 3 al 7 tenemos un bloque unitario, compuesto de narraciones y palabras hechas por Jesús; discursos hechos por Jesús. Este es un indicio importante de redacción. Indica que el evangelista Mateo trabajó editorialmente reuniendo el material de acuerdo con su propio criterio, por lo que todo el discurso de la montaña está editado, no se puede pensar en un solo discurso pronunciado por Jesús en una sola circunstancia. No es un discurso orgánico sino una antología de los dichos.
La predicación de Jesús fue naturalmente repetitiva y formulada con frases cortas. Basta pensar un poco para entender las razones de lo que dije. Jesús no era un maestro que enseñaba en una escuela y no siempre tenía la misma audiencia, por tanto, no podía llevar a cabo un programa a partir de la primera lección y seguir desarrollando el discurso en muchas reuniones posteriores.
Su ministerio de predicación itinerante lo llevó a cambiar continuamente de audiencia, a cambiar de lugar, encontraba diferente gente; venían a buscarlo gente desde otros lugares y habían oído hablar de él, por lo que tenía que recomenzar continuamente desde el principio. No podía simplemente continuar el discurso, sino que repetía los elementos que consideraba más importantes. Su mensaje esencial fue propuesto y repetido una gran cantidad de veces. Esto también es importante porque había un grupo fiel; los discípulos que lo seguían estaban siempre presentes.
Mientras las multitudes cambiaban, los discípulos fueron constantes, por lo que algunos han escuchado los mismos discursos infinitas veces y a fuerza de escuchar estos discursos los han memorizado. Estas palabras se han fijado en su memoria de una manera muy fuerte. Sin embargo, es comprensible que una predicación oral, repetitiva, a menudo diciendo las mismas cosas terminaban variando expresiones, imágenes, construcciones por lo que es fácil de entender también por qué puede haber pequeños matices de variaciones.
La segunda característica de la predicación de Jesús es la formulación de frases cortas que se puedan memorizar fácilmente, que llamen la atención, la imaginación, el interés. No olvidemos que los antiguos no tenían ningún medio de amplificación, por lo que hablar con una gran multitud al aire libre, es especialmente difícil.
No se puede hacer un discurso pacífico que dure mucho tiempo, con un tono de voz normal. Para hablar en público, al aire libre, durante largo tiempo, es necesario levantar el tono de la voz, casi gritando y si intentan hacer algo así, se dan cuenta de que las frases son cortas. Se convierten en frases de tipo proverbial del mensaje. Son slogans, por eso la predicación de Jesús se esquematiza de esta manera. El anuncio a las multitudes se hace a través de fórmulas, de proverbios, principios sapienciales. Bien construidos en el idioma original tenían que ser rítmicos, tal vez incluso rimado, con juegos de palabras, al igual que nuestros proverbios, de modo que aquellos que lo escuchaban se sorprendieran con la frase y las memorizaran fácilmente. Y teniendo que repetir lo que Jesús había dicho era fácil reformular dos o tres frases pronunciadas por el Maestro.
Esto también favoreció la memorización de parte de los discípulos, creando así la tradición apostólica, es decir, los apóstoles recordaron las enseñanzas de Jesús y después de su Pascua de muerte y resurrección comenzaron a decir qué hizo y repetir lo que Jesús dijo. Dieron forma a los episodios narrativos y a los dichos, los ‘loguia’. Cada una de estas ‘loguia’ eran una realidad en sí misma. Por ‘loguion’ entendemos una palabra, una frase, una expresión, una imagen, un dicho unitario, no insertado en un episodio narrativo sino una frase separada.
Los discípulos han memorizado muchas y las han repetido oralmente primero, y luego haciendo colecciones escritas. Cuando el evangelista Mateo escribe su evangelio, tiene a su disposición una gran cantidad de material, nosotros decimos de ‘loguia’: los dichos del Señor. De esta gran antología oral o escrita que eran los dichos del Señor, el evangelista editor, tomó algunos dichos y los reunió en un discurso orgánico. Así produjo los cinco discursos que estructuran el primer evangelio.
Hemos dicho que con el capítulo 5 comienza el discurso de la montaña. En esta gran antología de tres capítulos de largo, el evangelista Mateo reunió muchos ‘loguia’; hizo un trabajo editorial en el que puso juntos material tradicional, dándole una organización particular que hace que esos dichos se conviertan en el discurso programático de Jesús. El gran portal de este discurso está constituido por las bienaventuranzas.
Leamos el comienzo del capítulo 5: “Al ver a la multitud, subió al monte. Se sentó y se le acercaron los discípulos. Tomó la palabra y comenzó a enseñarles del siguiente modo: Felices los pobres de corazón, porque el reino de los cielos les pertenece”. Y sigue la lista de las ocho bienaventuranzas.
La introducción, por lo tanto, recuerda la montaña. Jesús subió a la montaña y por eso, tradicionalmente, lo llamamos ‘discurso de la montaña’. El detalle geográfico tiene un valor teológico. No se menciona simplemente porque Jesús subió a una montaña, como una nota para describir el paisaje, sino que existe la intención de una referencia teológica al Antiguo Testamento. La montaña por excelencia es el Sinaí.
El Señor bajó a la montaña para reunirse con Moisés, para darle, como mediador, la alianza, la ley para Israel. Algunos dicen que en el evangelio según Mateo Jesús es representado como el nuevo Moisés, que da la nueva ley. Yo diría que las cosas son diferentes porque Moisés sube la montaña para recibir la ley. Jesús, en cambio, sube a la montaña para dar la ley. Por tanto, Jesús no se muestra en el papel de Moisés, pero en el papel de Dios mismo. Jesús es la sabiduría en persona que se sienta, como la sabiduría entronizada. El Maestro por excelencia. Los discípulos se acercan a él. En todo caso, son los discípulos los que hacen el papel de Moisés acercándose a Jesús para recibir su revelación.
La montaña es el lugar simbólico del encuentro con Dios. El discurso de la montaña revela a Jesús como el Señor que no da simplemente una nueva ley, sino lleva a cumplimiento la alianza, realiza lo que ya había sido dado. Ahora da el cumplimiento, la novedad que es él en persona. Las bienaventuranzas son una antología elaborada por la tradición apostólica. Encontramos una lista también en Lucas donde, sin embargo, solo hay 4 y en Mateo son ocho. Quiere decir que el primer evangelista ha retocado particularmente este texto.
No podemos preguntar si eran 4 u 8. Quizás eran muchas más, en el sentido que en la predicación Jesús usó muchas veces la forma proverbial de las bienaventuranzas. Es una expresión técnica, es una forma de felicitar. También nosotros usamos el adjetivo ‘feliz’ casi solamente para las exclamaciones. ‘Feliz de ti’ – ‘felices ustedes’ porque sucedió algo muy importante que yo aprecio, admiro y felicito, ‘me congratulo contigo’ por la suerte que te ha tocado.
El elemento importante de las bienaventuranzas no está, por lo tanto, en la cualificación de las personas: los pobres en espíritu, aquellos que lloran, los mansos, sino en la promesa, en la causa que determina la bienaventuranza. Eres bendecido no porque seas pobre sino porque es tuyo es el reino de los cielos. El elemento importante es que el reino de los cielos es tuyo. Este es el evangelio. Dios, que es el rey todopoderoso, Señor de los cielos y de la tierra, está de tu lado: ‘Bienaventurados ustedes…’. En las otras fórmulas a menudo encontramos un futuro pasivo: ‘serán consolados’, ‘encontrarán misericordia’ y ‘estarán satisfechos’. Se subraya la acción de Dios a través de este ‘pasivo divino’. Es Dios quien los consolará, que los convertirá en herederos de la tierra, que los tratará con misericordia.
La obra de Dios a favor del hombre que comienza ahora y dura por la eternidad, es la razón de la dicha. Son afortunados y felices porque el Señor está de tu lado, el Señor los consuela, el señor les deja la tierra como herencia, el señor los satisface, satisface sus vidas, los trata con misericordia. Dios se les muestra y los llama sus hijos e hijas, es decir, los adopta, son parte de la familia. Estas son las razones de la felicidad. Estas fórmulas son una síntesis de la Buena Noticia que es el Evangelio.
La primera parte, por lo tanto, no corresponde a un deber moral, no significa que deben ser pobres para obtener el reino. Sería absurdo decir que deben estar afligidos o deben ser perseguidos por causa de la justicia… no tendría sentido. No son deberes morales, sino son condiciones que se pueden realizar.
Para comprender bien las bienaventuranzas, debemos valorizar el aspecto kerigmático, es decir, el mensaje fundamental hecho por Jesús. Existe un contenido que Jesús propone como esencial, lo que hace Dios; en consecuencia, ustedes –los hombres– puedan vivir de cierta manera.
Ya que Dios está de su parte, pueden reconocer que son pobres; no se trata de convertirse en pobre. Se trata de reconocer que somos pobres. Pobres en espíritu, es la conciencia de la propia pobreza, del propio límite. También pueden enfrentar aflicciones, pueden ser mansos: no necesitas luchar porque el Señor les deja la tierra en heredad. Tienen todo lo que necesitan. Pueden dejar de luchar. Pueden buscar sobre todo la justicia de Dios: tener hambre y sed de su voluntad. Pueden ser misericordioso porque el Señor los trata con misericordia, les comunica un amor tan grande que los hace capaz de amar. Pueden ser puros de corazón, sencillos, transparente, limpios, buscándolo solo a Dios porque Dios se hace ver. Pueden trabajar en la paz, construir buenas relaciones porque también se has convertido en hijos. También pueden enfrentar cualquier persecución porque el todopoderoso rey del cielo y de la tierra está del lado de ustedes.
El discurso de la montaña comienza con este espléndido anuncio de la felicidad que es posible gracias a la acción de Dios; y es la síntesis del evangelio de Jesús: Bienaventurados ustedes porque el Señor está de parte de ustedes. Pueden ser felices.