El Evangelio
según San Mateo
Parte II
Videos por el Fr Claudio Doglio
Voz original en italiano, con subtítulos en Inglés, Español, Portugués & Cantonés
Videos subtitulados y doblados en los mismos idiomas también disponibles.
2. La Estructura del Evangelio
El evangelio según Mateo termina abiertamente dejando al lector la conclusión. La historia de Jesús no termina porque, después de todo, de acuerdo con la intención del evangelista, la historia de Jesús continúa en su comunidad: “Yo estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo”, dice el Resucitado. Está claro que desde ese momento los discípulos se mueven, viven, trabajan, hablan, pero es el Señor resucitado quien trabaja con ellos. La comunidad con quien trabajó el evangelista Mateo, probablemente en la ciudad de Antioquía, que recibió el evangelio de los Doce por medio de Bernabé y fue reelaborado, y se continuó reflexionando sobre esta predicación apostólica durante muchos años.
Hacia los años 80 se publicó el texto definitivo que hoy conocemos como el Evangelio según Mateo. Con respecto a los otros evangelios, no es el primero. La antigua tradición había afirmado repetidamente que Mateo escribió primero, pero tal vez no se referían al texto actual de Mateo, sino a algunos de sus predecesores, es decir, a algún texto que había sido compuesto anteriormente y que sirvió como base para una ulterior colección.
El primer evangelio, primero porque está en el orden que inicia la serie del Nuevo Testamento, es el trabajo maduro de una escuela de escritores cristianos que vivieron en Antioquía, en la segunda parte del primer siglo después Cristo. Es el fruto maduro de una comunidad cristiana que reconsidera la predicación de Jesús, reestructura la enseñanza de los apóstoles y organiza sistemáticamente una auténtica catequesis relacionada con Cristo y su iglesia.
El texto según Mateo es, por lo tanto, una mediación con respecto a la obra de Jesús. Es importante reconocer que la antigua tradición ha titulado los evangelios con el nombre de una persona y la preposición ‘kata’ que en griego significa ‘según’. ‘Según’ la interpretación de, mediada por…. Nosotros leemos el evangelio según Mateo, es decir, recibimos la Buena Noticia de Jesucristo, que es Jesucristo, pero ‘según’ la visión de Mateo. Por tanto, es importante valorizar esta mediación humana.
El único Evangelio de Jesucristo nos ha sido transmitido en cuatro formas. El único está interpretado por cuatro discípulos: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Estas mediaciones nos hablan de la importancia del pensamiento humano, del razonamiento comunitario, de la actualización histórica que transmite la única enseñanza de Jesús y de la presencia del Cristo resucitado en medio de la su iglesia a través del don del Espíritu Santo que permite esta reelaboración inteligente, reelaborada, adaptada a nuevas situaciones, aplicadas concretamente a la vida de los discípulos. El Evangelio según Mateo es, por lo tanto, una gran reelaboración de la tradición apostólica.
Cuando hablamos de evangelios, tratando de definirlos, no debemos caer en la banalidad de titularlos ‘vida de Jesús’. No son la vida de Jesús, no son biografías. Los evangelios son el depósito escrito de la predicación apostólica. Antes del texto escrito, existe la palabra oral. Antes que nada, está el evento de Jesús. ‘Al principio fue la predicación’ – escribió el gran biblista, Harold Rowley. Pero yo diría: aún mejor, al principio fue el hombre Jesús, su experiencia histórica, su persona y su vida. El hecho de que conoció a hombres y mujeres, que ha vivido una experiencia histórica concreta que culminó en la muerte y la resurrección. Al principio tenemos esta experiencia, vivida por muchos testigos que se convirtieron discípulos del único Maestro y contaron su propia experiencia.
No hicieron teorías religiosas, sino que narraron su experiencia del encuentro con el hombre Jesús de Nazaret, reconociendo que ese hombre es el Hijo de Dios. Lentamente lo han reconocido como el mismo Señor en persona. El ‘Yo soy’ divino, como se reveló a Moisés en el Sinaí. Jesús es uno con el Dios del Sinaí.
Lo entendieron lentamente y testificaron, narrado muchas veces como discípulos a otras personas, para que otros se convirtieran en discípulos. Por tanto, los evangelios, como textos escritos, son el depósito de la predicación.
Primero los apóstoles predicaron durante muchos años, luego lentamente, de la predicación nacieron los escritos. Y es muy probable que primero existieran los textos breves, algunas partes, algunas narraciones simples, las antologías de enseñanzas o parábolas o de episodios como lo que podríamos llamar milagros o el núcleo primordial que es la historia de la pasión de Jesús hasta la trágica experiencia de la muerte y el sorprendente descubrimiento del sepulcro vacío y el encuentro con el resucitado. Estas partes probablemente se escribieron por separado y se elaboraron de diferentes maneras, teniendo en cuenta la predicación apostólica.
La colección de estos elementos produce, poco a poco, los textos más completos. Es el trabajo de los redactores. El último autor que compiló el texto, en nuestro caso de Mateo, es el que hizo la última redacción. No es un autor que escribió todo por iniciativa propia, sino que recopiló el material preexistente, sin embargo, lo recopiló con sus propios criterios eligiendo qué poner, eligiendo cómo ponerlo y este trabajo de redacción convierte al redactor para que sea un autor auténtico que da su propio corte y permite reconocer la teología de Mateo, que es diferente a la de Marcos; no contrapuesta, no opuesta, no contradictoria pero distinta porque Mateo es una persona diferente de Marcos. Y los dos, discípulos del único Maestro, tienen dos formas de ver, dos personajes diferentes.
Hay dos estilos narrativos diferentes y en sus textos emerge claramente esta diferencia. Se podría haber puesto todo en un solo texto, pero esto no es lo que la iglesia consideró apropiado. Hubo un intento en la antigüedad de parte de un cierto Taciano, de componer una obra que pusiese juntos los cuatro evangelios: ‘Diatesaron’ = uno de cuatro. Pero no fue aceptado. Recientemente alguien ha producido un evangelio fusionado como si existiese una sola historia, poniendo juntos los cuatro textos. No es algo correcto; los cuatro evangelios son cuatro libros distintos y deben ser conocidos, leídos y amados distintamente. No es necesario fusionarlos para construir un quinto evangelio hipotético, como a nosotros nos gusta. Debemos aprender a leer el evangelio según Mateo, reconociéndole su autonomía y no usándolo para reconstruir la historia de Jesús, poniendo un pedazo de Mateo y un pedazo de Lucas y rehacer un libro nuevo.
Tenemos que valorizar la historia literaria de Mateo y ver qué es lo que el evangelista Mateo narra y cómo lo narra; y apreciar este texto literario. Por lo tanto, el último editor que armó la gran antología de la predicación apostólica, que llamamos el evangelio según Mateo, es una escuela de escritores eruditos cristianos, pero también expertos en la tradición judaica, que probablemente residen en Antioquía, la gran capital de Siria, una de las primeras iglesias cristianas del mundo helenista.
En el interior de este evangelio, en el capítulo 13, al final del discurso parabólico, encontramos una especie de autorretrato del evangelista o de este último editor que organizó de manera definitiva el depósito escrito de la tradición apostólica. Jesús les pregunta a los discípulos: “¿Lo han entendido todo? Le responden que sí, y él les dijo: Pues bien, un letrado que se ha hecho discípulo del reino de los cielos se parece al dueño de una casa que saca de su tesoro cosas nuevas y viejas”. Aquí está el ‘autógrafo’ del último redactor; un letrado que se convirtió en discípulo del reino de los cielos. ‘Letrado’, ‘escriba’, es un término técnico para indicar un experto en letras. En griego se dice ‘gramateus’. ‘Grama = es la letra, no solo la letra escrita sino el símbolo de la literatura del experto en la cultura literaria; y en este caso de la cultura bíblica.
El escriba es lo que hoy llamaríamos el teólogo, el erudito bíblico; es uno que por naturaleza es un maestro, conoce la literatura y la enseña a otros, pero aquí se trata de un escriba que se ha convertido en discípulo. Encontramos el verbo que marca el final del primer evangelio, ‘andando’, dice Jesús a los discípulos: ‘hagan discípulos a todos los pueblos’ ‘μαθητεύσατε’ = ‘mazetéuzate… para ‘discipular’ a todos los pueblos. Y aquí, en el centro del evangelio, encontramos la referencia a este mismo verbo. En el griego original, hay un participio pasivo aoristo: ‘mazeteuzéi’ = ‘discipulando’. Es un escriba que ha sido transformado, que se ha convertido en discípulo. Al oído, pueden reconocer ‘mazeteuzéi’ una posible alusión al Mateo. Es una falsa alusión porque Mateo es un término hebreo que significa: ‘Don de Dios’ – ‘Matamía’ debería ser la forma original, sin embargo, en el oído griego, esta alusión simbólica es posible. Mateo es el discípulo, el ‘matzeteus’, el ‘discipulado’, el escriba que ha aceptado aprender; aprender la teología del reino de los cielos, de la cual solo Jesús es el Maestro.
De esta manera, el escriba convertido en discípulo, es cabeza de familia, un patrón de familia, esta es la descripción de una persona a cargo de la comunidad cristiana primitiva. Es sacerdote, párroco, jefe de familia, es la persona mayor, el responsable de un grupo humano; un dueño de casa que tiene que proveer para el sustento de la casa y necesita un patrimonio para sacar las rentas para mantener a la familia. El tesoro de este arrendador contiene cosas nuevas y viejas. Notamos que pone primero las cosas nuevas, luego las cosas viejas. Es una referencia evidente al Antiguo y al Nuevo testamento, es decir, a la tradición de Israel, que es la herencia antigua, que sigue siendo la herencia de esta familia, pero también hay cosas nuevas: las novedades traídas por Jesús.
Su persona, es la novedad que no abole, no reemplaza lo antiguo, pero cumple, realiza, lleva a la perfección lo que Dios había prometido y revelado. Se convierte en la integración del patrimonio y la cabeza de familia saca de su tesoro cosas nuevas y antiguas. Este jefe de familia, que es el discípulo escriba a cargo de la comunidad cristiana, elaboró una colección ordenada de predicación apostólica y así nace el Evangelio según Mateo, que tiene una estructura particularmente interesante, centrada en cinco discursos.
De hecho, en el curso del evangelio de Mateo, tenemos versículos de redacción que se repiten de la misma manera cinco veces. Al final del primer gran discurso, el discurso de la montaña, al final del capítulo 7 encontramos esta indicación: “Cuando Jesús terminó su discurso, la multitud estaba asombrada de su enseñanza; porque les enseñaba con autoridad, no como sus letrados”. Noten que menciona la enseñanza, hace referencia a los escribas, pero Jesús es nuevo y diferente de los escribas, tiene autoridad.
Son palabras que ya hemos encontrado y caracterizan la teología del Mateo, pero estamos interesados en esa expresión: “Cuando Jesús terminó su discurso”. La misma fórmula la volvemos a encontrar al final del capítulo 10: “Cuando Jesús terminó de dar estas instrucciones…”. La encontramos al final del capítulo 13: “Cuando Jesús terminó de decir estas parábolas”. Lo encontramos al final del capítulo 18: “Cuando Jesús terminó estos discursos”. La encontramos al final del texto Evangélico, al comienzo de la pasión, primer versículo del capítulo 26: “Cuando terminó este discurso, Jesús dijo a sus discípulos: Ya saben que dentro de dos días se celebra la Pascua”. La quinta vez que ocurre el versículo estándar, los junta a todos; quiere decir: ‘aquí acaban todos los discursos’. Este estribillo permite identificar cinco discursos.
El redactor final recopiló la enseñanza de Jesús en cinco grandes bloques, organizando de forma editorial, es decir, con una operación literaria de escritorio, cinco antologías de dichos, 'loguia', de palabras con las que Jesús educa, forma e instruye a sus discípulos. Y recogió el primer gran discurso, colocado en la montaña, en los capítulos 5, 6 y 7. El segundo discurso que habla de la iglesia enviada en misión es el capítulo 10. En el centro, el capítulo 13, recoge siete parábolas: el misterio del reino. En el capítulo 18 está el cuarto discurso paralelo al segundo: al interior de la iglesia, relaciones fraternas. Y el último discurso, paralelo al primero, los capítulos 23, 24 y 25: la ruptura con los escribas y los fariseos y el anuncio escatológico, el cumplimiento final del reino.
Cinco grandes discursos que determinan la columna vertebral, el esqueleto de este cuerpo evangélico. ¿Por qué cinco discursos? Probablemente porque cinco son los libros de la ley; y el número cinco son los dedos de la mano. Por lo tanto, de una unidad y de una integridad, caracteriza en el mundo judío la ley, la Torah, el Pentateuco, las cinco partes de la ley como dicen los judíos.
Y Mateo, en clave judía, reinterpretada de manera cristiana propone la nueva ley de Jesús; los cinco discursos que componen el pentateuco cristiano. El tesoro de este escriba contiene cosas nuevas y cosas viejas. El discípulo está aprendiendo el misterio del reino de los cielos.