El Evangelio
según San Mateo
Parte XII
Videos por el Fr Claudio Doglio
Voz original en italiano, con subtítulos en Inglés, Español, Portugués & Cantonés
Videos subtitulados y doblados en los mismos idiomas también disponibles.
12. Pasión, Muerte y Resurrección según Mateo
El vértice de cada es el relato de la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Así también el evangelista Mateo pone en la cima de su narración los eventos decisivos. La historia de la pasión se narra en los cuatro evangelios, en dos capítulos. Se corresponden por lo general en las cuatro narraciones porque la historia de la pasión fue inevitablemente la primera historia que se formó. Es la base de la predicación apostólica.
El anuncio de la resurrección de Cristo llevó a narrar cómo murió, por qué murió, cuáles fueron los hechos decisivos de su existencia. Por tanto, encontramos la misma historia, aunque mediada de manera notoria en cuatro formas diferentes; cada uno de los evangelistas ha dado un corte propio a la historia. Marcos destaca sobre todo el impacto de los eventos, el drama de los eventos que se suceden rápidamente. Lucas da un tono pedagógico, dulce, suave a los eventos, mostrando a los inocentes no abandonados ni por los hombres ni por el Padre; la buena actitud de Jesús quien mira, convierte a Pedro; la palabra de perdón para los que lo matan. Juan profundiza en el tema teológico y presenta la gloria de la cruz, el alzamiento del rey en el trono desde donde atrae a todos hacia sí.
Mateo respeta el esquema tradicional en la mayor parte de los eventos, con algunas notas suyas particulares. Da un tono más catequético, en algunos casos interviene precisamente para mostrar el significado de los eventos. Notamos este matiz catequético de Mateo, en particular en el episodio del arresto de Jesús cuando el discípulo saca la espada para golpear a aquellos que vienen a arrestar al Maestro. Jesús le dijo que volviera a colocar su espada en su lugar y agrega un proverbio: ‘todos los que tomen la espada, de espada morirán’. No es con violencia que se responde a la violencia, no es el camino de Jesús: ‘No se opongan a los malvados’ había dicho en el discurso de la montaña.
Concretamente, ahora Jesús aplica este estilo y aún especifica: “¿Crees que no puedo pedirle al Padre que me envíe enseguida más de doce legiones de ángeles?”. Si quisiera oponerme, tendría 12 legiones de ángeles disponibles, ni comparación con 12 discípulos, entre quienes hay un traidor. ‘Podría, pero No quiero, no uso la fuerza, no elijo estos métodos sobrenaturales, sino que me abandono a la violencia y cedo solo para llevar a cabo el proyecto de Dios. Si me opusiese con violencia o usando ángeles ¿cómo se cumplirían las Escrituras de acuerdo con las cuales es lo que debe suceder?’. Este es el camino de Dios, de la humildad y de la pasión, de la respuesta al mal con el bien, con suavidad y esta es la forma en que Jesús da vuelta la situación y salva a la humanidad.
Este discurso en ese momento trágico es un elemento típico de Mateo, es una especie de síntesis catequética en la que el evangelista pone en boca de Jesús la llamada a los elementos fundamentales de su catequesis.
Otro aspecto típico de Mateo es la insistencia en el papel de Judas. Es solo Mateo, que narra entre otras cosas, la reacción de Judas después de ver a Jesús condenado y la tragedia de su suicidio. No demos fácilmente por descontado este papel de Judas. Muchas veces se ha hablado de un papel trágico, de un hombre predestinado, como si tuviera que hacer lo que hizo. Era necesario para que se cumpla el proyecto de Dios. No es para nada cierto.
Jesús no era un fugitivo, escondido quién sabe dónde, que no se podía encontrar. Estaba en el templo todos los días, por tanto, si razonamos vemos que el papel del Judas fue mínimo, no era esencial para poder arrestarlo; simplemente era conveniente para las autoridades del templo arrestar a Jesús en secreto, cuando nadie lo viera porque bloquearlo en la explanada del templo probablemente habría provocado una revuelta de la gente y algunos disturbios. Judas no ha traicionado a Jesús por razones económicas, no es el deseo del dinero lo que lo movió, le prometen 30 denarios.
El denario es generalmente evaluado como el salario de un trabajador por día por lo cual, treinta denarios corresponden a un salario mensual promedio que hoy podríamos calificar treinta denarios con unos 500 dólares. Un amigo no es traicionado por tal suma y luego, ¿por qué razón cree Judas que debería entregar a Jesús para ganar ese poco dinero? Probablemente detrás hay algo más. Judas sigue a Jesús, está vinculado a Jesús, es su discípulo. De hecho, el verbo usado en el texto griego no es el verbo ‘traicionar’, sino ‘entregar’. Judas no es el traidor, sino el que entrega a Jesús. Suena muy diferente.
Es que acostumbrados al verbo ‘traicionar’, también hemos sido traicionados nosotros en la comprensión. El verbo griego ‘para didomi’ es el que se traduce en latín como ‘contratar’, que da origen en inglés (trade) al comercio. ‘Tradere’ es la tradición, es la transmisión, la entrega de uno a otro. ¿Por qué Judas ha entregado a Jesús? No tenemos indicaciones precisas, solo podemos imaginarlo, pero lo más probable es que Jesús fuera para Judas demasiado lento, demasiado manso, demasiado débil. Judas debe haber querido forzar el tiempo. Pensaba: ‘Jesús no se revela… no se da a conocer… no se opone enérgicamente… es necesario presionarlo para que diga realmente quién es, de tal manera que las autoridades lo reconozcan, se pongan de acuerdo y procedan al trabajo de liberación.
Probablemente Judas pensó que estaba ayudando al proyecto de Dios, haciéndolo por su cuenta, lo hizo para bien, entregó a Jesús de tal manera que tuviese la oportunidad de hablar cara a cara con las más altas autoridades de Israel; seguros de que habrían entendido, que se pondrían de acuerdo y que habría comenzado finalmente, la gran obra de liberación. De hecho, cuando Judas se da cuenta de que Jesús no se reveló a sí mismo, no estaba de acuerdo y fue sentenciado, incluso cuando lo llevaron a Pilato para ser sentenciado a muerte, Judas se afligió mucho. “Entonces Judas, el traidor, viendo que lo habían condenado, se arrepintió y devolvió las treinta monedas a los sumos sacerdotes y ancianos, diciendo: He pecado entregando a un inocente a la muerte. Le contestaron: Y a nosotros, ¿qué? Eso es problema tuyo”.
Este informe es un elemento típico de Mateo. La reacción de las autoridades sacerdotales del templo muestra la estrechez espiritual, ellos han conseguido su interés. Han utilizado a Judas para dar un golpe sin llamar la atención. ‘Los problemas de conciencia de Judas son suyos, a nosotros no nos importa…. Haz lo que quieras, arréglatela como quieras’. Lo echan, lo han usado y ahora lo descartan. Cuando el pobre Judas ve que las cosas no salen de acuerdo con lo que había pensado, se lamenta, se arrepiente y admite que ha pecado, ‘les he entregado en mano sangre inocente’, es decir, ‘una persona inocente que ustedes han condenado a muerte y derramarán su sangre. Yo tengo la responsabilidad, pero no es lo que quería’.
Este es el drama de Judas. Es un discípulo que quiere hacer lo suyo, que sigue a Jesús, pero no lo escucha y le gustaría enseñarle a ser el mesías y le impone algo y descubre el drama de ser responsable, pero no quería serlo… El peor error de Judas fue no confiar en la misericordia de Dios. “Arrojó el dinero en el santuario, se fue y se ahorcó”. Este es el drama de no confiar en la misericordia y, en cualquier caso, no tenemos la posibilidad de afirmar ni siquiera Judas fue condenado. Es posible que haya aceptado la misericordia de Dios y se haya abierto. Es el drama de un discípulo terco, muy similar a nosotros.
La traición de Judas es muy similar a la traición de muchos cristianos que siguen a Jesús, pero quieren hacerle hacer lo que ellos tienen en la cabeza y, para lograr un bien, de acuerdo con sus patrones y sus gustos, quieren dominarlo y doblarlo. Desafortunadamente este intento es siempre dramático y falaz. Jesús es condenado por Pilato, llevado al lugar de la ejecución, colgado en la cruz. Allí es ultrajado y ridiculizado por las personas presentes; termina su vida con un fuerte grito: “Elí Elí lema sabactani”.
Así Mateo menciona el comienzo del Salmo 21 en hebreo. Marca el comienzo de una oración bíblica importante. Si no tenemos en cuenta que es un salmo, un salmo largo con muchos temas, corremos el riesgo de leer en esta palabra de Jesús, casi una desesperación, “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” Y luego es posible reflexionar sobre la sensación de abandono o sobre el problema teológico: cómo Dios puede ser abandonado por Dios, pero no me parece la mejor manera de entender el texto.
Si volvemos a leer todo el salmo, nos damos cuenta de que es una oración de gran confianza. No solamente eso, sino que, en la segunda parte del salmo, es el anuncio de la vida. El cumplimiento de que el Señor ha ofrecido a su siervo, la garantía de que vivirá y tendrá una descendencia. Es una oración de confianza.
Citar el primer versículo sirve al evangelista para decir que Jesús oraba con las palabras de los salmos, en particular con ese salmo. De ese texto Jesús sacó versículos para su oración. Jesús oraba con los salmos hasta el momento extremo de su vida. Su oración está hecha con versículos de los salmos. El último grito es una declaración de confianza.
En el interior de este salmo, hay un versículo en particular, donde se dice: “Desde el seno de mi madre, tú eres mi Dios”. En hebreo: “Elí ata”. “Algunos de los presentes, al oírlo, comentaban: Está llamando a Elías”. ‘Elí = Dios mío” – “Atá = tú” = ‘Tú eres mi Dios…”. Es el grito final de Jesús. Un grito de gran confianza, de abandono. ‘A pesar de todo, Tú eres mi Dios’.
Pero un oído arameo podría haber entendido la palabra ligeramente diferente. Podría haber oído: ‘Eliá ta’. La misma frase, oída, si se escribe en arameo significa: ‘Elías, ven’. Es por eso que: “Algunos de los presentes, al oírlo, comentaban: Está llamando a Elías”. “Enseguida uno de ellos corrió, tomó una esponja empapada en vinagre y con una caña le dio a beber. Los demás dijeron: Espera, a ver si viene Elías a salvarlo”. Elías no viene… Es el mal entendimiento final. Jesús no llamaba a Elías. Jesús confió en su Dios, puso su vida en las manos del Padre.
La muerte de Jesús es acompañada de fenómenos apocalípticos. Todos especifican que el velo del templo se rasgó, la tierra tembló, las rocas se rompieron agrega Mateo. El terremoto, las rocas que se rompen, los sepulcros que se abren, son signos escatológicos, es el fin del mundo. Sí, es el fin de un mundo. Con la muerte de Jesús hay un fin; hay un cumplimiento, hay una inversión de la situación. Especialmente ese terremoto que abre los sepulcros, es la imagen apocalíptica de la catástrofe.
La palabra ‘catástrofe’ en griego significa este gesto que hacemos acompañando la idea de cambio. Las cosas han cambiado ‘de así – a así’. Una catástrofe es dar la vuelta a lo que está debajo y ponerlo hacia arriba. Es la inversión del destino. El terremoto es un símbolo apocalíptico muy frecuente para indicar la intervención de Dios. Las cosas están devastadas, ya no son como antes. Es la estructura del mundo la que está trastornada. Y como la estructura era negativa y corrupta, la reversión significa corrección, salvación. Es la misma imagen del terremoto que el evangelista Mateo toma en el momento de la resurrección.
No olvidemos que los evangelistas no narran la resurrección, sino la visita de las mujeres y de los discípulos a la tumba vacía. Cuentan la experiencia de la tumba vacía y el encuentro con el Resucitado, pero no el momento de la resurrección. Al comienzo del capítulo 28, último de su evangelio, Mateo escribe: "Pasado el sábado, al despuntar el alba del primer día de la semana, fue María Magdalena con la otra María a examinar el sepulcro. De repente se produjo un fuerte temblor: Un ángel del Señor bajó del cielo, llegó e hizo rodar la piedra y se sentó encima. Su aspecto era como el de un relámpago y su vestido blanco como la nieve". Es una descripción apocalíptica. El ángel es como un rayo que sacude la tierra. Es la descripción que solo Mateo presenta para explicar el evento que fue Dios quien intervino y desde arriba revirtió la situación.
El gran terremoto caracteriza la inversión de la situación. El ángel del Señor rueda la piedra. Es la imagen del mal, es la muerte, es esa piedra puesta sobre la que se esconde todo.’ ‘Pusieron una piedra arriba’. Muerto y enterrado, todo está acabado. Pero, en cambio, el rayo del cielo sacude la tierra, mueve la piedra y el ángel victorioso se sienta sobre ella; está sentado sobre el símbolo de la muerte. Y el Cristo resucitado se encuentra con mujeres y discípulos y los envía a todo el mundo.
Hemos llegado al cumplimiento. “Me han concedido plena autoridad en cielo y tierra. Vayan y hagan discípulos entre todos los pueblos”. Es el comienzo de la misión de la iglesia y el fin del evangelio. Habíamos comenzado desde este final porque todo comienza desde aquí. Con la experiencia del Cristo resucitado, los discípulos y Mateo entre ellos, regresaron al principio y recordaron lo que ha sucedido y nos lo contaron para que nosotros también nos convirtamos en sus discípulos.
Escuchar el Evangelio, comprenderlo bien, nos ayuda cada vez a crecer en esta dimensión de discípulos. Estamos llamados a aprender de Jesús, para aprender de Jesús en persona, para convertirnos verdaderamente en sus discípulos. Les deseo de corazón que la escucha de estas palabras y la lectura de estos textos nos ayuden realmente a convertirnos en discípulos de Jesús.