Textos Apócrifos
3. Textos Apócrifos - Los manuscritos de Qumrán
Videos por el Fr Claudio Doglio
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3. Textos Apócrifos - Los manuscritos de Qumrán
El descubrimiento del sitio arqueológico de Qumrán y de los manuscritos que allí se conservaban ha sido uno de los mayores descubrimientos arqueológicos recientes y ha contribuido a dar a conocer un mundo muy importante para el estudio bíblico, también para el conocimiento del Nuevo Testamento, que antes sólo se conocía a través de algunos indicios de autores antiguos, pero que prácticamente se ignoraba.
Los manuscritos encontrados en Qumrán no son textos apócrifos, al menos no del Nuevo Testamento, porque son más antiguos, no imitan los escritos canónicos cristianos, no hablan de Jesús ni de su comunidad. Sin embargo, son textos judaicos nacidos en el mismo ambiente donde vivió Jesús y que marcaron la mentalidad del primer siglo antes y después de Cristo, por lo que son una herencia muy interesante y muy útil para el estudio bíblico.
Hablamos de ello en esta ocasión porque muy a menudo se lee o se escucha algo que quiere escandalizar o poner en duda la presencia de elementos qumranos en el mundo cristiano, sobre todo cuando se juega la carta de la curiosidad, anunciando algo secreto, oculto, alguna trama que quería mantener oculta una realidad que de otra manera sería comprometedora. Los textos son conocidos y están guardados por la autoridad israelí; el Vaticano no tiene nada que ver con esto, el Vaticano no tiene ningún poder o propiedad sobre estos textos que se encuentran en Israel y se guardan en el gran museo de Jerusalén.
Son conocidos y publicados en el texto original y en las traducciones en todos los idiomas; son accesibles y pueden ser fácilmente consultados por cualquiera. Son textos difíciles, extraños. Nos interesa, especialmente la conexión con Jesús; no hay ningún contacto explícito sin embargo un título como este es muy captivarte: “Jesús y la comunidad de Qumrán”, se puede estudiar los posibles contactos, las posibles similitudes, pero en realidad el estudio se refiere a estos documentos con los que Jesús probablemente nunca tuvo nada que ver. O se puede llamar a un texto: “Los manuscritos secretos de Qumrán”, te hace querer leerlo, imaginando descubrir quién sabe qué secretos, pero entonces uno se encuentra frente a la publicación de fragmentos con la transcripción en hebreo y la traducción, y son secretos simplemente porque son textos fragmentarios, no publicados en las primeras ediciones, pero presentes en las últimas grandes ediciones editada por García Martínez, la principal editora de estos textos.
Tratemos de narrar la historia para enmarcar bien la situación. Todo comenzó en la primavera de 1947, en el desierto de Judá cuando un niño pastor de una tribu que vivía en la zona de Belén fue en busca de una cabra que se había perdido. El chico se llamaba Mohamed Dib, tiene el nombre de Mahoma y el apodo de ladrón. Evidentemente era un chico ladrón, emprendedor, que para encontrar el escondite de esta cabra tiraba piedras y en algún momento con el buen oído y atento, reconoció un ruido extraño, la piedra ha roto un jarrón de cerámica, escucha el ruido de los fragmentos, se acerca a la zona donde ha tirado la piedra y realmente vislumbra la parte superior de un ánfora que ha sido golpeada por su piedra y está destrozada. Quita la tapa y ve dentro algunos rollos de papel.
Extrae uno y se lo lleva a su padre quien trata de vender inmediatamente este objeto encontrado en el desierto; no está interesado en él ciertamente, es papel viejo, se lee mal, pero si puede hacer dinero con él lo intenta. Le parece que sea un texto sirio, no puede leer, es un antiguo manuscrito hebreo. Es un manuscrito antiguo, descolorido, arruinado, y luego no lo reconoce, no lo entiende y siendo un buen comerciante, si es sirio, puede ser de interés para los monjes sirios. Va a Jerusalén, al monasterio de San Marcos, de los sirios, y presenta este objeto que encontró en el desierto a Mar Athanasius, el superior jacobita del monasterio quien lo compra.
Por supuesto, el pastor no deja escapar la oportunidad, interroga a su hijo, vuelve con amigos al lugar del descubrimiento y extrae otros textos. En algunos casos los destrozan e intentan venderlos. Los llevan al mercado de Belén, los llevan a Jerusalén, se comienza a difundir la noticia de un descubrimiento de textos antiguos y extraños. La noticia llega a importantes expertos que reconocen en estos fragmentos un original hebreo antiguo y precioso. Se hace inmediatamente una importante investigación y asume la gestión de este descubrimiento el superintendente arqueológico de Jordania y el director de la escuela dominicana francesa de arqueología y ciencias bíblicas, un personaje famoso, es el gran erudito Roland De Vaux, dominico francés, experto arqueólogo y erudito bíblico que reside en Jerusalén.
En torno a estas dos figuras de autoridad se creó un equipo de expertos que comenzó la investigación de los textos. Mar Athanasius entregó lo que había encontrado y también había comprado otros en los meses siguientes y comenzaron a recoger lo que se había extraído y trabajaron en la extracción del resto. Ese día el niño había encontrado la primera cueva de Qumrán. Qumrán es el nombre árabe moderno de un vado, así se llama el desfiladero donde se canaliza el agua durante la temporada de lluvias ‘Vado de Qumrán’. No es un nombre antiguo; se encontró una cueva donde había ánforas de terracota con tapas. En estas ánforas había manuscritos.
La excavación comenzó y en la primera cueva había varias ánforas con muchos manuscritos importantes. Los expertos comenzaron a leerlas, y siendo que estaban escritas en hebreo clásico, fue fácil para esos expertos leer el texto. Inmediatamente se dieron cuenta de que no eran textos conocidos. No eran textos bíblicos, ni documentos ya conocidos, sino que eran textos cuya existencia era completamente desconocida y por lo tanto se hizo muy interesante la transcripción y la traducción, la edición oficial y nació la investigación por auténticos investigadores.
¿Qué había pasado? ¿De quién son estos textos? ¿Quién los escribió? ¿Por qué se encuentran en pleno desierto? Las ánforas estaban bien hechas, no estaban allí por casualidad, esos textos habían sido puestos en ánforas llenas de arena fina y seca, cerradas con una tapa, enterradas en la arena y bien escondidas. Sólo el tiempo, el agua y el viento habían hecho que el ánfora volviera a la superficie, y por casualidad ese muchacho la había golpeado con una piedra, porque la zona era muy inaccesible y de difícil acceso.
Los estudios comenzaron, y surgió esta maravillosa biblioteca de Qumrán, un conjunto completo de manuscritos que nos dan información sobre un mundo que no conocíamos antes. Junto con la excavación de la cueva, se inició la investigación arqueológica en los alrededores y salieron a la luz muchos restos arqueológicos: un gran complejo de edificios con cisternas, canales, salones, depósitos, restos de cerámica, un gran complejo habitado por muchas personas salió a la luz.
¿Quiénes eran los habitantes de este complejo, que muy probablemente habían producido estos escritos? Leyendo y traduciendo los primeros escritos encontrados, se comprendió que se trataba de una comunidad. El rótulo de la primera cueva se llama ‘serec’ – ‘la regla’. Estos textos están indicados por un acrónimo, un número y la letra mayúscula Q. Q significa Qumrán, el número que lo precede es el número de la cueva. Hasta ahora 11 han sido excavadas, así que tenemos la indicación si el texto está en el primero, o en el segundo, o en el décimo, o en el undécimo. 1Q quiere decir la primera cueva de Qumrán. Luego sigue un acrónimo, por ejemplo, la ‘s’ significa ‘serec’, término hebreo que se traduce como ‘regla’: 1Qs es el Libro de la Regla. Un documento que especifica la naturaleza, el origen, la estructura, las reglas de la vida, de este mundo. El libro de la regla fue encontrado en la primera cueva de Qumrán.
Se encontraron otros pergaminos importantes: el pergamino de la guerra, un texto de oraciones, de salmos, pero no los salmos bíblicos sino salmos compuestos en esa comunidad. En otras cuevas se encontraron no pergaminos enteros sino fragmentos; por ejemplo, muy famoso hace unos años fue un pequeño fragmento llamado 7Q5, significa que es el quinto fragmento del catálogo entre los encontrados en la séptima cueva de Qumrán. Este fragmento en griego se ha hecho famoso porque un profesor jesuita erudito, profesor del Biblico, O’Callaghan, lo identificó con un pedazo del evangelio de Marcos. Son solo doce letras, no palabras, letras. Doce letras en un fragmento muy pequeño hacen difícil reconocer el libro del que se ha tomado, y sin embargo se hizo la hipótesis que también había un fragmento de escritura cristiana en esa cueva y así se creó una especie de misterio con una provocación a los eruditos para reconstruir lo que pasó, quiénes eran esos hombres, por qué estaban allí, por qué escribieron esos textos y cómo terminaron.
La primera solución de este enigma, propuesto en el ambiente dominicano de Jerusalén y dirigida por Roland De Vaux, estaba de alguna manera influenciada por la idea religiosa cristiana y de hecho se hablaba de una comunidad de esenios y ese complejo arqueológico descubierto fue considerado un monasterio. Todavía hoy, al visitar las excavaciones de Qumrán, hay indicios de los diversos lugares que dicen: cocina, refectorio, escritorio, biblioteca, son nombres típicos de un monasterio cristiano. La pre-comprensión de los arqueólogos que excavaron les llevó a reconocer en esos ambientes algo correspondiente a un monasterio cristiano, y se creó la forma hipotética de estos monjes esenios. Estudiando los textos se ha dado cuerpo a este mundo particular.
El personaje central, autor de algunos textos, podríamos decir el fundador de esta comunidad, no se presenta por su nombre propio, sino con un seudónimo. Se presenta como ‘Maestro de justicia’. Es uno que pertenece al mundo sacerdotal de Jerusalén. La reconstrucción histórica lo sitúa en el segundo siglo antes de Cristo; nos imaginamos a un sacerdote autorizado de Jerusalén que entra en conflicto con la estructura sacerdotal del templo.
Alrededor del 160 antes de Cristo la situación del templo de Jerusalén era decididamente caótica, una lucha desenfrenada por el poder con una clase dirigente sacerdotal corrupta, interesada en la riqueza y el poder confabulando con el imperio helenístico. Se había abierto una lucha de poder; estalló poco después de la revuelta de los Macabeos contra la opresión helenista. En ese momento caótico, de conflicto, mientras los sacerdotes macabeos tomaron las armar para luchar, un importante sacerdote, que se autodefine como ‘Maestro de justicia’, rompe con el templo, rompe con esa estructura religiosa y se retira. Se retira al desierto, naturalmente seguido por muchos que lo consideran un maestro y se consideran sus discípulos.
Esta comunidad, siguiendo al Maestro de justicia, se habría establecido en el desierto en ese mismo entorno, cerca de la orilla occidental del Mar Muerto, donde se excavó el monasterio, donde habrían vivido y se habrían organizado, identificados según las indicaciones de los antiguos historiadores con los esenios y, por lo tanto, estos monjes de Qumrán se identifican con los esenios, sacerdotes, píos y de devotos, amantes de la justicia, con reglas de pureza muy importantes, disidentes con respecto al entorno del templo. Cuando los Macabeos derrotaron a los griegos y luego tomaron el poder, nada había cambiado para los sacerdotes esenios de Qumrán, y se mantuvieron fuera de la historia. Dieron vida a un movimiento religioso y cultural.
Probablemente es cierto que hubo muchos otros asentamientos, algunos incluso en Damasco. Tal vez dejaron la región del Mar Muerto y se trasladaron a Damasco. Fueron perseguidos por los reyes de Jerusalén. Tal vez tuvieron que huir y regresaron más tarde. La historia de esa comunidad duró unos 200 años, desde el 160 a.C. hasta el 70 d.C. Porque después de Cristo, en la época de la revuelta de los zelotes contra Roma, también los esenios de Qumrán se unieron a esa guerra y se fueron a luchar contra los romanos. Antes de partir para esta lucha, salvaron su principal patrimonio, la biblioteca, y sellaron sus volúmenes en ánforas. Los escondieron en cuevas naturales, que son abundantes en la región donde vivían. Hicieron sellar el ingreso y sepultaron todo. Quizás hicieron un plano para poder recuperar su tesoro una vez acabada la guerra.
En cambio, la guerra fue catastrófica para ellos. Murieron todos; fueron exterminados por los romanos y nadie volvió a recuperar ese tesoro; y ni siquiera difundieron la noticia de que había sido escondido porque todos habían muerto. O, quizás, alguien había vuelto para recuperarlo porque por ejemplo en la séptima cueva sólo hay trozos de papiro, no hay ánforas con pergaminos enteros como en la primera cueva, significa que alguien había retirado los textos, y tal vez, también se ha dicho, que durante la guerra judía los cristianos escondieron allí sus bibliotecas, por lo que ese hipotético fragmento del evangelio de Marcos podría pertenecer a un grupo cristiano que había escondido su biblioteca en esa zona, pero los cristianos sobrevivieron y volvieron y tomaron sus textos, extrayéndolos, algunos pedazos se rompieron del rollo principal y permanecieron en la cueva, y fueron descubiertos sólo recientemente.
Hoy en día, todos estos textos se publican en el original y en las traducciones, no hay nada secreto en ellos, son textos difíciles, muy difíciles para nosotros porque hablan un idioma extraño, porque son reglas que no corresponden en absoluto a nuestra forma de pensar. Y, especialmente hoy, hay un vivaz repensar. Existen muchos libros de divulgación, son útiles y presentan este debate sobre las investigaciones más allá de la polémica. Alguien para vender ha titulado: “La historia nunca contada”, tratando de reconstruir lo que realmente está detrás. Un joven estudioso italiano, Simón Paganini presentó, “Las ruinas de la luna”, nombre árabe de esos vestigios arqueológicos y en el subtítulo pone: “El monasterio y los esenios ¿una certeza o una hipótesis?”.
El estado de la situación de la investigación nos dice que es sólo una hipótesis lo que hemos divulgado basados en la opinión de Roland De Vaux. Los textos son estos; se pueden leer, no contienen nada sobre Jesús y los apóstoles; pueden, sin embargo, proporcionar algunas ideas, algunas similitudes literarias. Son muy útiles para estudiar el ambiente judío; no hay ninguna trama secreta.
Es un maravilloso evento arqueológico que nos ha ofrecido un espléndido patrimonio literario. Conocerlo puede ser siempre útil.